En el trato con los demás
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de acusación, de censura o de impaciencia! No olvidemos nunca que
los que le aman deben imitar su carácter.
“Amándoos los unos a los otros con caridad fraternal; previnién-
doos con honra los unos a los otros.” “No volviendo mal por mal, ni
maldición por maldición, sino antes por el contrario, bendiciendo;
sabiendo que vosotros sois llamados para que poseáis bendición en
herencia.”
Romanos 12:10
;
1 Pedro 3:9
.
El Señor Jesús nos pide que reconozcamos los derechos de ca-
da ser humano. Hemos de considerar los derechos sociales de los
hombres y sus derechos como cristianos. A todos debemos tratar
con cortesía y delicadeza, como hijos e hijas de Dios.
El cristianismo hará de todo hombre un cumplido caballero. Cris-
to fué cortés aun con sus perseguidores; y sus discípulos verdaderos
manifestarán el mismo espíritu. Mirad a Pablo cuando compareció
ante los magistrados. Su discurso ante Agripa es dechado de verda-
dera cortesía y de persuasiva elocuencia. El Evangelio no fomenta
la cortesía formalista, tan corriente en el mundo, sino la cortesía que
brota de la verdadera bondad del corazón.
El cultivo más esmerado del decoro externo no basta para acabar
con el enojo, el juicio implacable y la palabra inconveniente. El
verdadero refinamiento no traslucirá mientras se siga considerando
al yo como objeto supremo. El amor debe residir en el corazón. Un
cristiano cabal funda sus motivos de acción en el amor profundo
que tiene por el Maestro. De las raíces de su amor a Cristo brota
un interés abnegado por sus hermanos. El amor comunica al que lo
posee gracia, decoro y gentileza en el modo de portarse. Ilumina el
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rostro y modula la voz; refina y eleva al ser entero.
La vida no consiste principalmente en grandes sacrificios ni en
maravillosas hazañas, sino en cosas menudas, que parecen insignifi-
cantes y sin embargo suelen ser causa de mucho bien o mucho mal
en nuestras vidas. Por nuestro fracaso en soportar las pruebas que
nos sobrevengan en las cosas menudas, es como se contraen hábitos
que deforman el carácter, y cuando sobrevienen las grandes pruebas
nos encuentran desapercibidos. Sólo obrando de acuerdo con los
buenos principios en las pruebas de la vida diaria, podremos adquirir
poder para permanecer firmes y fieles en situaciones más peligrosas
y difíciles.