Página 355 - El Ministerio de Curacion (1959)

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Desarrollo y servicio
La vida cristiana es más de lo que muchos se la representan.
No consiste toda ella en dulzura, paciencia, mansedumbre y bene-
volencia. Estas virtudes son esenciales; pero también se necesita
valor, fuerza, energía y perseverancia. La senda que Cristo señala
es estrecha y requiere abnegación. Para internarse en ella e ir al
encuentro de dificultades y desalientos, se requieren hombres y no
seres débiles.
La fuerza de carácter
Se necesitan hombres firmes que no esperen a que el camino se
les allane y quede despejado de todo obstáculo, hombres que inspiren
nuevo celo a los débiles esfuerzos de los desalentados obreros,
hombres cuyos corazones irradien el calor del amor cristiano, y
cuyas manos tengan fuerza para desempeñar la obra del Maestro.
Algunos de los que se ocupan en el servicio misionero son dé-
biles, sin nervios ni espíritu, y se desalientan por cualquier cosa.
Carecen de impulso y de los rasgos positivos de carácter que dan
fuerza para hacer algo; les falta el espíritu y la energía que encienden
el entusiasmo. Los que anhelen éxito deben ser animosos y opti-
mistas. Deben cultivar no sólo las virtudes pasivas, sino también las
activas. Han de dar la blanda respuesta que aplaca la ira, pero tam-
bién han de tener valor heroico para resistir al mal. Con la caridad
que todo lo soporta, necesitan la fuerza de carácter que hará de su
influencia un poder positivo.
Algunos no tienen firmeza de carácter. Sus planes y propósitos
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carecen de forma definida y de consistencia. De poco sirven en
el mundo. Esta flaqueza, indecisión e ineficacia deben vencerse.
Hay en el verdadero carácter cristiano algo indómito que no pueden
sojuzgar las circunstancias adversas. Debemos tener enjundia moral,
una rectitud inaccesible al temor, al soborno y a la adulación.
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