Página 356 - El Ministerio de Curacion (1959)

Basic HTML Version

352
El Ministerio de Curacion
Dios desea que aprovechemos toda oportunidad de prepararnos
para su obra. Espera que dediquemos todas nuestras energías a reali-
zar dicha obra, y que mantengamos nuestros corazones susceptibles
a su carácter tan sagrado y a sus temibles responsabilidades.
Muchos que son aptos para hacer una obra excelente logran muy
poco porque a poco aspiran. Miles de cristianos pasan la vida como
si no tuvieran un gran fin que perseguir, ni un alto ideal que alcanzar.
Una causa de ello es lo poco en que se estiman. Cristo dió un precio
infinito por nosotros, y quiere que estimemos nuestro propio valor
en conformidad con dicho precio.
No os deis por satisfechos con alcanzar un bajo nivel. No somos
lo que podríamos ser, ni lo que Dios quiere que seamos. Dios no
nos ha dado las facultades racionales para que permanezcan ociosas,
ni para que las pervirtamos en la persecución de fines terrenales y
mezquinos, sino para que sean desarrolladas hasta lo sumo, refinadas,
ennoblecidas y empleadas en hacer progresar los intereses de su
reino.
Nadie debe consentir en ser mera máquina, accionada por la
inteligencia de otro hombre. Dios nos ha dado capacidad para pensar
y obrar, y actuando con cuidado, buscando en Dios nuestra sabiduría,
llegaremos a estar en condición de llevar nuestras cargas. Obrad con
la personalidad que Dios os ha dado. No seáis la sombra de otra
persona. Contad con que el Señor obrará en vosotros, con vosotros
y por medio de vosotros.
No penséis nunca que ya habéis aprendido bastante, y que podéis
[399]
cejar en vuestros esfuerzos. La mente cultivada es la medida del
hombre. Vuestra educación debe proseguir durante toda la vida;
cada día debéis aprender algo y poner en práctica el conocimiento
adquirido.
Recordad que en cualquier puesto en que sirváis, reveláis qué
móvil os inspira y desarrolláis vuestro carácter. Cuanto hagáis, ha-
cedlo con exactitud y diligencia; dominad la inclinación a buscar
tareas fáciles.
El mismo espíritu y los mismos principios en que uno se inspira
en el trabajo diario compenetrarán toda la vida. Los que buscan una
tarea fija y un salario determinado, y desean dar pruebas de aptitud
sin tomarse la molestia de adaptarse o de prepararse, no son los
hombres a quienes Dios llama para trabajar en su causa. Los que