Una experiencia de índole superior
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que por medio de su humillación recibirían perdón y vida eterna.
Fué herido por sus transgresiones y quebrantado por sus iniquidades.
El castigo que les daría paz fué sobre él, y con sus heridas fueron
sanados. El oyó el júbilo de los rescatados, que entonaban el canto de
Moisés y del Cordero. Aunque había de recibir primero el bautismo
de sangre, aunque los pecados del mundo iban a pesar sobre su alma
inocente y la sombra de indecible dolor se cernía sobre él, por el
gozo que le fué propuesto, escogió sufrir la cruz y menospreció la
vergüenza.
Es para todos los creyentes
De este gozo han de participar todos sus discípulos. Por grande
y gloriosa que sea en lo porvenir, toda nuestra recompensa no está
reservada para el día de nuestra liberación final. En esta misma vida
hemos de entrar por fe en el gozo del Salvador. Cual Moisés, hemos
de sostenernos como si viéramos al Invisible.
La iglesia es ahora militante. Actualmente arrostramos un mundo
en tinieblas, casi enteramente entregado a la idolatría. Pero se acerca
el día cuando habrá terminado la batalla y la victoria habrá sido
ganada. La voluntad de Dios ha de cumplirse en la tierra como en
el cielo. Las naciones de los salvados no conocerán otra ley que la
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del cielo. Todos constituirán una familia dichosa, unida, vestida con
las prendas de alabanza y de acción de gracias: con el manto de la
justicia de Cristo. Toda la naturaleza, en su incomparable belleza,
ofrecerá a Dios tributo de alabanza y adoración. El mundo quedará
bañado en luz celestial. La luz de la luna será como la del sol, y la
luz del sol siete veces más intensa que ahora. Los años transcurrirán
alegremente. Y sobre todo las estrellas de la mañana cantarán juntas,
y los hijos de Dios clamarán de gozo, mientras que Dios y Cristo
declararán a una voz que “ya no habrá más pecado, ya no habrá más
muerte.”
Un motivo de aliento
Estas visiones de la gloria futura, descritas por la mano de Dios,
deberían ser de gran valor para sus hijos.