Página 39 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El toque de la fe
“Si tocare solamente su vestido, seré salva.”
Mateo 9:21
. Era
una pobre mujer la que pronunció estas palabras, una mujer que
por espacio de doce años venía padeciendo una enfermedad que le
amargaba la vida. Había gastado ya todos sus recursos en médicos y
medicinas, y estaba desahuciada. Pero al oír hablar del gran Médico,
renacióle la esperanza. Decía entre sí: Si pudiera acercarme a él para
hablarle, podría quedar sana.
Cristo iba a la casa de Jairo, el rabino judío que le había instado
para que fuera a sanar a su hija. La petición hecha con corazón
quebrantado: “Mi hija está a la muerte: ven y pondrás las manos
sobre ella para que sea salva” (
Marcos 5:23
), había conmovido el
tierno y compasivo corazón de Cristo, y en el acto fué con el príncipe
a su casa.
Caminaban despacio, pues la muchedumbre apremiaba a Cristo
por todos lados. Al abrirse paso por entre el gentío, llegó el Salvador
cerca de donde estaba la mujer enferma. Ella había procurado en
vano una y otra vez acercarse a él. Ahora había llegado su oportu-
nidad, pero no veía cómo hablar con él. No quería detener su lento
avance. Pero había oído decir que con sólo tocar su vestidura se ob-
tenía curación, y temerosa de perder su única oportunidad de alivio,
se adelantó diciendo entre sí: “Si tocare tan solamente su vestido,
seré salva.”
Vers. 28
.
Cristo conocía todos los pensamientos de ella, y se dirigía hacia
ella. Comprendía él la gran necesidad de la mujer, y le ayudaba a
ejercitar su fe.
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Al pasar él, se le adelantó la mujer, y logró tocar apenas el borde
de su vestido. En el acto notó que había sanado. En aquel único
toque habíase concentrado la fe de su vida, e inmediatamente des-
aparecieron su dolor y debilidad. Al instante sintió una conmoción
como de una corriente eléctrica que pasara por todas las fibras de
su ser. La embargó una sensación de perfecta salud. “Y sintió en el
cuerpo que estaba sana de aquel azote.”
Vers. 29
.
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