Página 43 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El toque de la fe
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Renunciando a toda dependencia de nosotros mismos, podemos
mirar a la cruz del Calvario y decir:
“Ningún otro auxilio hay,
Indefenso acudo a ti.”
“Si puedes creer, al que cree todo es posible.”
Marcos 9:23
. La
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fe nos une con el cielo y nos da fuerza para contender con las po-
testades de las tinieblas. Dios ha provisto en Cristo los medios para
contrarrestar toda malicia y resistir toda tentación, por fuerte que
sea. Pero muchos sienten que les falta la fe, y por eso permanecen
apartados de Cristo. Arrójense estas almas, conscientes de su deses-
perada indignidad, en los brazos misericordiosos de su compasivo
Salvador. No miren a sí mismas, sino a Cristo. El que sanó a los
enfermos y echó fuera los demonios cuando andaba con los hombres,
sigue siendo el mismo poderoso Redentor. Echad mano, pues, de sus
promesas como de las hojas del árbol de la vida: “Al que a mí viene,
no le echo fuera.”
Juan 6:37
. Al acudir a él, creed que os acepta,
pues así lo prometió. Nunca pereceréis si así lo hacéis, nunca.
“Dios encarece su caridad para con nosotros, porque siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros.”
Romanos 5:8
.
“Si Dios está por nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros?
El que ni a su propio Hijo perdonó, sino que le entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos ha de dar también de pura gracia, todas las
cosas juntamente con él?
Romanos 8:31, 32 (VM)
.
“Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo
alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Vers. 38, 39
.
“Si quieres, puedes limpiarme”
De todas las enfermedades conocidas en Oriente, la más temible
era la lepra. Su carácter incurable y contagioso, y sus horrorosos
efectos, llenaban de terror aun al más valeroso. Los judíos la consi-
deraban como castigo del pecado, y por eso la llamaban “el azote,”
“el dedo de Dios.” De hondas raíces, inextirpable, mortal, la miraban
como símbolo del pecado.
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