Página 46 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El Ministerio de Curacion
del pecado, tan profundamente arraigada, tan mortífera, tan impo-
sible de curar por el poder humano. “Toda cabeza está enferma, y
todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no
hay en él cosa ilesa, sino herida, hinchazón y podrida llaga.”
Isaías
1:5, 6
. Pero Jesús, al humanarse, no se contamina. Su presencia es
virtud curativa para el pecador. Cualquiera que se postre a sus pies,
diciéndole con fe: “Señor, si quisieres, puedes limpiarme,” oirá esta
respuesta: “Quiero: sé limpio.”
En algunos casos de curación, no concedía Jesús en el acto el
beneficio pedido. Pero en este caso de lepra, apenas oyó la petición
la atendió. Cuando oramos para pedir bendiciones terrenales, la
respuesta a nuestra oración puede tardar, o puede ser que Dios nos
dé algo diferente de lo pedido; pero no sucede así cuando le pedimos
que nos libre del pecado. Es su voluntad limpiarnos de pecado,
hacernos sus hijos y ayudarnos a llevar una vida santa. Cristo “se
dió a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente
siglo malo, conforme a la voluntad de Dios y Padre nuestro.”
Gálatas
1:4
. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si demandáremos
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alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que
él nos oye en cualquiera cosa que demandáremos, sabemos que
tenemos las peticiones que le hubiéremos demandado.”
1 Juan 5:14,
15
.
Jesús miraba a los acongojados y de corazón quebrantado, a
aquellos cuyas esperanzas habían sido defraudadas, y que procu-
raban satisfacer los anhelos del alma con goces terrenales, y los
invitaba a todos a buscar y encontrar descanso en él.
“Hallaréis descanso”
Con toda ternura decía a los cansados: “Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas.”
Mateo 11:29
.
Con estas palabras, Cristo se dirigía a todo ser humano. Sabién-
dolo o sin saberlo, todos están trabajados y cargados. Todos gimen
bajo el peso de cargas que sólo Cristo puede quitar. La carga más
pesada que llevamos es la del pecado. Si tuviéramos que llevarla
solos nos aplastaría. Pero el que no cometió pecado se ha hecho