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El Ministerio de Curacion
soberano Médico], ... no recibáis en vano la gracia de Dios, ... no
dando a nadie ningún escándalo, porque el ministerio nuestro [para
con los enfermos] no sea vituperado: antes habiéndonos en todas
cosas como ministros de Dios.”
2 Corintios 6:1-4
.
El propósito de Dios con respecto a nosotros es que ascendamos
siempre. El verdadero médico misionero será cada vez más dies-
tro. Hay que buscar a médicos cristianos de talento y de superior
habilidad profesional, y alentarlos a servir a Dios en lugares donde
puedan educar y preparar a otros para ser misioneros médicos.
El médico debe acopiar en su alma la luz de la Palabra de Dios.
Debe crecer continuamente en la gracia. Para él, la religión no ha
de ser tan sólo una de tantas influencias. Debe ser la influencia pre-
dominante. Debe inspirar todos sus actos en altos y santos móviles,
que serán poderosos por proceder de Aquel que dió su vida para
revestirnos de poder para vencer el mal.
Si el médico se esfuerza con fidelidad y diligencia por hacerse
eficaz en su profesión, si se consagra al servicio de Cristo y dedica
tiempo a escudriñar su corazón, comprenderá los misterios de su
sagrada vocación. Logrará disciplinarse y educarse de tal modo que
cuantos se encuentren dentro de la esfera de su influencia reconoce-
rán la excelencia de la educación y de la sabiduría adquiridas por
quien vive siempre en unión con el Dios de sabiduría y poder.
En ninguna otra circunstancia se necesita una comunión tan ínti-
ma con Cristo como en la obra del médico. El que quiera cumplir
debidamente los deberes de médico ha de llevar día tras día y hora
por hora una vida cristiana. La vida del paciente está en manos del
médico. Un diagnóstico superficial, una receta equivocada en un
caso crítico, o un movimiento de la mano que en una operación desa-
cierte por el espesor de un cabello, puede sacrificar una existencia
y precipitar un alma a la eternidad. ¡Cuán solemne resulta pensar
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en esto! ¡Cuánto importa, pues, que el médico esté siempre bajo la
dirección del Médico divino!
El Salvador está dispuesto a auxiliar a cuantos le piden sabidu-
ría y claridad de pensamiento. Y ¿quién necesita más sabiduría y
lucidez que el médico, de cuyas resoluciones dependen tantas con-
secuencias? Todo aquel que procura prolongar una vida debe mirar
con fe a Cristo para que dirija todos sus movimientos. El Salvador le
dará tacto y habilidad cuando haya de habérselas con casos difíciles.