Página 77 - El Ministerio de Curacion (1959)

Basic HTML Version

La cooperación de lo divino con lo humano
73
Admirables son las oportunidades dadas a quienes cuidan en-
fermos. En todo cuanto hacen por devolverles la salud, háganles
comprender que el médico procura ayudarles a cooperar con Dios
para combatir la enfermedad. Indúzcanlos a sentir que a cada paso
que den en armonía con las leyes de Dios pueden esperar la ayuda
del poder divino.
Los enfermos tendrán mucho mayor confianza en el médico
acerca del cual están seguros que ama y teme a Dios. Confían en sus
palabras. Experimentan un sentimiento de seguridad en presencia
de un médico tal y bajo su cuidado.
Por el hecho de conocer al Señor Jesús, el médico cristiano tiene
el privilegio de invocar su presencia en la estancia del enfermo por
medio de la oración. Antes de ejecutar una operación crítica, implore
el cirujano la ayuda del gran Médico. Asegure al paciente que Dios
puede hacerle salir bien de la prueba, y que en todo momento angus-
tioso él es el refugio seguro para los que en él confían. El médico
que no puede obrar así pierde un caso tras otro que de otra manera
hubieran podido salvarse. Si supiera decir palabras que inspirasen fe
en el compasivo Salvador que percibe cada palpitación de angustia,
y si supiera presentarle en oración las necesidades del alma, la crisis
se vencería más a menudo sin peligro.
Sólo Aquel que lee en el corazón sabe con cuán tembloroso terror
[82]
muchos pacientes consienten en entregarse en manos del cirujano.
Se dan cuenta del peligro que corren. Al par que confían en la pericia
del médico, saben que no es infalible. Pero cuando le ven inclinarse
en oración para pedir a Dios su ayuda, se sienten alentados a confiar.
El agradecimiento y la confianza abren el corazón al poder sanador
de Dios; las energías de todo el ser se vivifican y triunfan las fuerzas
de la vida.
Para el médico también la presencia del Salvador es elemento de
fuerza. Muchas veces le amedrentan las responsabilidades y contin-
gencias de su obra. La incertidumbre y el temor podrían entorpecer
su mano. Pero la seguridad de que el divino Consejero está junto a
él para guiarle y sostenerle, le da calma y valor. El toque de Cristo
en la mano del médico infunde vitalidad, tranquilidad, confianza y
fuerza.
Salvada la crisis con felicidad y estando ya el éxito a la vista,
pase el médico unos momentos en oración con el paciente. Dé