Página 85 - El Ministerio de Curacion (1959)

Basic HTML Version

El médico educador
81
Educación para el conflicto de la vida
¡Cuánto más importante es tal cuidado para asegurar el éxito en
el conflicto de la vida! No nos hallamos empeñados en combates
ficticios. Libramos un combate del que dependen resultados eter-
nos. Tenemos que habérnoslas con enemigos invisibles. Angeles
malignos luchan por dominar a todo ser humano. Lo perjudicial para
la salud, no sólo reduce el vigor físico, sino que tiende a debilitar
las facultades intelectuales y morales. Al ceder a cualquier práctica
antihigiénica dificultamos la tarea de discernir entre el bien y el mal,
y nos inhabilitamos para resistir al mal. Esto aumenta el peligro del
fracaso y de la derrota.
“Los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, mas
uno lleva el premio.”
1 Corintios 9:24
. En la guerra en que estamos
empeñados pueden triunfar todos los que se someten a la disciplina
y obedezcan a los principios correctos. Con demasiada frecuencia la
práctica de estos principios en los detalles de la vida se considera
como asunto trivial que no merece atención. Pero si tenemos en
cuenta los resultados contingentes, nada de aquello con que tenemos
que ver es cosa baladí. Cada acción echa su peso en la balanza que
[91]
determina la victoria o la derrota en la vida. La Escritura nos manda
que corramos de tal manera que obtengamos el premio.
En el caso de nuestros primeros padres, el deseo intemperante
dió por resultado la pérdida del Edén. La templanza en todo tiene
que ver con nuestra reintegración en el Edén más de lo que los
hombres se imaginan.
Aludiendo al renunciamiento de que daban prueba los antiguos
griegos que luchaban en la palestra, escribe el apóstol Pablo: “Todo
aquel que lucha, de todo se abstiene: y ellos, a la verdad, para recibir
una corona corruptible; mas nosotros, incorruptible. Así que, yo de
esta manera corro, no como a cosa incierta; de esta manera peleo,
no como quien hiere el aire: antes hiero mi cuerpo, y lo pongo en
servidumbre; no sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo
venga a ser reprobado.”
Vers. 25-27
.
El progreso de la reforma depende de un claro reconocimiento
de la verdad fundamental. Mientras que, por una parte, hay peligro
en una filosofía estrecha y una ortodoxia dura y fría, por otra, un
liberalismo descuidado encierra gran peligro. El fundamento de