Página 91 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El médico educador
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ahorrar tiempo en las cosas pasajeras, para dedicarlo a meditar en
las eternas. Tiene que resistir al mundo usurpador, que quisiera apre-
miarle hasta apartarle de la Fuente de fuerza. Más que nadie debe
el médico, por medio de la oración y del estudio de las Escrituras,
ponerse bajo el escudo protector de Dios. Debe vivir en comunión
constante y consciente con los principios de la verdad, la justicia y
la misericordia que revelan los atributos de Dios en el alma.
En la medida en que el médico reciba y obedezca la Palabra de
Dios, ésta influirá con su potencia y vida en toda fuente de acción
y en toda fase del carácter. Purificará todo pensamiento y regulará
todo deseo. Los que confían en la Palabra de Dios se portarán como
hombres y serán fuertes. Se levantarán por encima de todas las cosas
viles hasta llegar a una atmósfera libre de contaminación.
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Cuando el hombre se mantenga en comunión con Dios, el firme
e invariable propósito que guardó a José y a Daniel en medio de la
corrupción de las cortes paganas hará que su vida sea de inmarcesible
pureza. No habrá mancha en su carácter. La luz de Cristo no se
obscurecerá jamás en su conducta. El brillante lucero matutino
resplandecerá fijamente sobre su cabeza en inmutable gloria.
Semejante vida será elemento de fuerza en la comunidad. Será
una valla contra el mal, una salvaguardia para los tentados, una luz
guiadora para los que, en medio de las dificultades y los desalientos,
busquen el camino recto.
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