Página 111 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Desarraigar el egoísmo, 8 de abril
Guardaos de la levadura de los fariseos, que es hipocresía.
Lucas 12:1
.
La hipocresía de los fariseos era resultado de su egoísmo. La glorifi-
cación propia era el objeto de su vida... Los mismos discípulos, aunque
exteriormente lo habían abandonado todo por amor a Jesús, no habían cesa-
do en su corazón de desear grandes cosas para sí... Así como la levadura, si
se la deja completar su obra, ocasionará corrupción y descomposición, el
espíritu egoísta, si se lo alberga, produce la contaminación y la ruina del
alma. ¡Cuán difundido está, hoy como antaño, este pecado sutil y engañoso
entre los seguidores de nuestro Señor! ¡Cuán a menudo nuestro servicio
por Cristo y nuestra comunión entre unos y otros quedan manchados por
el secreto deseo de ensalzar al yo! A sus propios discípulos se dirigen las
palabras amonestadoras de Cristo: “Mirad, y guardaos de la levadura de los
fariseos”... Únicamente el poder de Dios puede desterrar el egoísmo y la
hipocresía.—
El Deseado de Todas las Gentes, 376, 377
.
Cuando Judas se unió a los discípulos no era insensible a la belleza
del carácter de Cristo. Sentía la influencia de aquel poder divino que atraía
las almas al Salvador... El Salvador leyó el corazón de Judas; conoció los
abismos de iniquidad en los cuales éste se hundiría a menos que fuese
librado por la gracia de Dios. Al relacionar a este hombre consigo, le puso
donde podría estar día tras día en contacto con la manifestación de su
propio amor abnegado. Si quería abrir su corazón a Cristo, la gracia divina
desterraría el demonio del egoísmo, y aun Judas podría llegar a ser súbdito
del reino de Dios.—
Ibid. 261
.
Nadie ocupaba un puesto tan exaltado como el de Cristo, y sin embargo
él se rebajó a cumplir el más humilde deber... Cristo les dio su ejemplo
de humildad. No quería dejar a cargo del hombre este gran asunto. De
tanta importancia lo consideró, que él mismo, que era igual a Dios, actuó
como siervo de sus discípulos. Mientras estaban contendiendo por el puesto
más elevado, Aquel ante quien toda rodilla ha de doblarse, Aquel a quien
los ángeles de gloria se honran en servir, se inclinó para lavar los pies de
quienes le llamaban Señor. Lavó los pies de su traidor.—
Ibid. 604
.
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