Unificar la iglesia, 12 de abril
No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena
cosa es afirmar el corazón con la gracia.
Hebreos 13:9
.
El Señor en su sabiduría ha dispuesto que por medio de la estrecha
relación que deberían mantener entre sí todos los creyentes, un cristiano
esté unido a otro cristiano, y una iglesia a otra iglesia. Así el instrumento
humano será capacitado para cooperar con el divino. Todo agente ha de estar
subordinado al Espíritu Santo, y todos los creyentes han de estar unidos en
un esfuerzo organizado y bien dirigido para dar al mundo las alegres nuevas
de la gracia de Dios.—
Los Hechos de los Apóstoles, 133
.
Dios trata con los hombres como individuos, dando a cada uno su obra.
Todos han de ser enseñados por Dios. Por medio de la gracia de Cristo toda
alma debe obrar su propia justicia, manteniendo una conexión viva con el
Padre y con el Hijo...
Aun cuando es verdad que el Señor guía a los individuos, es también
verdad que está guiando a un pueblo, no a unos pocos individuos separados
aquí y allá, uno creyendo una cosa, y otro otra. Los ángeles de Dios están
realizando la obra que les ha sido confiada. El tercer ángel está guiando y
purificando a un pueblo, y sus miembros deben moverse en forma unida...
Algunos han presentado el pensamiento de que, a medida que nos
acerquemos al fin del tiempo, todo hijo de Dios actuará independientemente
de toda organización religiosa. Pero he sido instruida por el Señor de que en
esta obra no existe una cosa tal como que cada hombre sea independiente...
Para que la obra de Dios pueda avanzar en forma sana y sólida, su pueblo
debe avanzar unidamente.—
Testimonios para los Ministros, 496-498
.
Cada miembro de la iglesia debiera sentirse bajo la sagrada obligación
de guardar estrictamente los intereses de la causa de Dios... Jesús ha abierto
para todos un camino por medio del cual se pueden obtener sabiduría, gracia
y poder. Él es nuestro ejemplo en todas las cosas, y nada debiera apartar la
mente del propósito principal de la vida, a saber, tener a Cristo en el alma
suavizando y subyugando el corazón.—
Testimonies for the Church 5:278
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