Para santificarnos, 22 de abril
Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.
Levítico 19:2
.
La santidad no es arrobamiento: es una entrega completa de la voluntad
a Dios; es vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios; es hacer la
voluntad de nuestro Padre celestial; es confiar en Dios en las pruebas y en la
oscuridad tanto como en la luz; es caminar por fe y no por vista; confiar en
Dios sin vacilación y descansar en su amor.—
Los Hechos de los Apóstoles,
42
.
Nuestro corazón es malo y no lo podemos cambiar... La educación, la
cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano, todos tienen su
propia esfera, pero para esto no tienen ningún poder. Pueden producir una
corrección externa de la conducta, pero no pueden cambiar el corazón; no
pueden purificar las fuentes de la vida. Debe haber un poder que obre en el
interior, una vida nueva de lo alto, antes de que el hombre pueda convertirse
del pecado a la santidad.—
El Camino a Cristo, 16, 17
.
Nadie recibe la santidad como derecho de primogenitura o como obse-
quio de parte de algún otro ser humano. La santidad es el don de Dios por
medio de Cristo. Los que reciben al Salvador llegan a ser hijos de Dios. Son
sus hijos espirituales, nacidos de nuevo, renovados en justicia y verdadera
santidad. Sus mentes son cambiadas. Con visión más clara contemplan las
realidades eternas. Son adoptados en la familia de Dios, y llegan a adquirir
su semejanza, transformados por su Espíritu de gloria en gloria. Después
de albergar un amor supremo por sí mismos, llegan a albergar un amor
supremo por Dios y por Cristo... Aceptar a Cristo como Salvador personal
y seguir su ejemplo de abnegación, he aquí el secreto de la santidad.—
The
S.D.A. Bible Commentary 6:1117
.
Olvidando las cosas que están atrás avancemos por el camino que
lleva al cielo. No descuidemos ninguna oportunidad que, aprovechada,
nos haga más útiles en el servicio de Dios. Entonces correrá por nuestra
vida la santidad, como hilos de oro, y los ángeles, al contemplar nuestra
consagración, repetirán la promesa: “Haré más precioso que el oro fino al
varón, y más que el oro de Ofir al hombre”.
Isaías 13:12
.—
Mensajes para
los Jóvenes, 106
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