Página 126 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Para adornar al cristiano, 23 de abril
Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos
de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el
incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de
grande estima delante de Dios.
1 Pedro 3:3, 4
.
Dios, que creó todo lo amable y hermoso para que los ojos pudieran
reposar, es amante de la belleza. Os muestra cuánto estima la verdadera
hermosura. El adorno de un espíritu humilde y tranquilo es de gran valor a
su vista.—
Testimonies for the Church 3:376
.
De cuán poco valor son el oro o las perlas o los atavíos costosos en
comparación con la gracia de Cristo. La gracia natural consiste de simetría,
o la proporción armoniosa de las partes, cada una con la otra; pero la
simpatía espiritual consiste en la armonía o semejanza de nuestra alma
con Jesús. Esto hará a su poseedor más precioso que el oro refinado, aun
el oro de Ofir. Ciertamente, la gracia de Cristo es un adorno inapreciable.
Eleva y ennoblece a su poseedor y refleja rayos de gloria sobre los otros,
atrayéndolos también a la Fuente de luz y bendición.—
Conducción del
Niño, 398
.
Nuestra apariencia en todo respecto debe caracterizarse por el aseo, la
modestia y la pureza. Pero la Palabra de Dios no sanciona el hacer cambios
en el atavío meramente por seguir la moda, a fin de conformarse al mundo.
Los cristianos no han de adornar su persona con atavíos costosos o adornos
caros...
Todos los que busquen sinceramente la gracia de Cristo, escucharán
las preciosas palabras de instrucción inspiradas por Dios. Aun el modo de
ataviarnos expresará la verdad del Evangelio.—
Joyas de los Testimonios
2:394
.
Es correcto amar lo bello y desearlo; pero Dios desea que primero ame-
mos y busquemos las bellezas superiores, que son imperecederas. Ningún
adorno exterior puede ser comparado en valor o belleza con aquel “espíri-
tu agradable y pacífico”, el “lino finísimo, blanco y limpio” (
Apocalipsis
19:14
) que todos los santos de la tierra usarán. Estas ropas los harán her-
mosos y deseables aquí, y en el futuro serán su distintivo de admisión en el
palacio del Rey.—
Los Hechos de los Apóstoles, 417, 418
.
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