Página 16 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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El símbolo del reino de Cristo, 7 de enero
He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Juan
1:29
.
A Daniel se le dio una visión de fieras salvajes, que representan los
poderes de la tierra. Pero el símbolo del reino del Mesías es un cordero.
Mientras los reinos de la tierra dominan basándose en el ascendiente del po-
derío físico, Cristo había de descartar toda arma carnal, todo instrumento de
coerción. Su reino se establecería para elevar y ennoblecer a la humanidad
caída.—
The S.D.A. Bible Commentary 4:1171
.
Para Adán el ofrecimiento del primer sacrificio fue una ceremonia muy
dolorosa. Tuvo que alzar la mano para quitar una vida que sólo Dios podía
dar... Mientras mataba a la inocente víctima temblaba al pensar que su
pecado haría derramar la sangre del Cordero inmaculado de Dios. Esta
escena le dio un sentido más profundo y vívido de la enormidad de su
transgresión, que nada sino la muerte del querido Hijo de Dios podía expiar.
Y se admiró de la infinita bondad que daba semejante rescate para salvar a
los culpables.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 54, 55
.
Los símbolos y las sombras de los sacrificios ceremoniales, junto con
las profecías, dieron a los israelitas una visión velada y borrosa de la
misericordia y la gracia que habían de ser traídas al mundo mediante la
revelación de Cristo... Únicamente mediante Cristo puede el hombre guardar
la ley moral. Por la transgresión de esa ley, el hombre introdujo el pecado en
el mundo, y con el pecado vino la muerte. Cristo llegó a ser la propiciación
por los pecados del hombre. Ofreció la perfección de su carácter en lugar
de la pecaminosidad del hombre. Tomó sobre sí mismo la maldición de la
desobediencia. Los sacrificios y las ofrendas señalaban el sacrificio que iba
a realizar. El cordero sacrificado simbolizaba al Cordero que había de quitar
el pecado del mundo...
La ley y el Evangelio están en perfecta armonía. Se sostienen mutua-
mente. La ley se presenta con toda su majestad ante la conciencia, haciendo
que el pecador sienta su necesidad de Cristo como la propiciación de los
pecados. El Evangelio reconoce el poder e inmutabilidad de la ley. “Yo no
conocí el pecado sino por la ley”, declara Pablo.
Romanos 7:7
. La convic-
ción del pecado... impele al pecador hacia el Salvador.—
Mensajes Selectos
1:279, 283
.
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