El representante de Cristo, 7 de julio
He aquí, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Mateo 28:20
.
Cuando Cristo ascendió al Padre, no dejó a sus seguidores sin ayuda. El
Espíritu Santo como representante suyo, y los ángeles celestiales como espí-
ritus ministradores, son enviados para ayudar a aquellos que están peleando
la buena batalla de la fe con gran desventaja. Recordad siempre que Jesús
es vuestro ayudador. Nadie entiende tan bien como él las peculiaridades
de vuestro carácter. El vela sobre vosotros y si estáis dispuestos a dejaros
guiar por él, os rodeará de influencias para el bien que os capacitarán para
cumplir la totalidad de su voluntad respecto de vosotros.—
Mensajes para
los Jóvenes, 16, 17
.
La vida del cristiano es una lucha. Pero “no tenemos lucha contra sangre
y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores
de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes”.
Efesios 6:12
. En este conflicto de la justicia contra
la injusticia, sólo podemos tener éxito mediante la ayuda divina. Nuestra
voluntad finita debe ser sometida a la voluntad del Infinito; la voluntad
humana debe unirse a la divina. Esto traerá al Espíritu Santo en ayuda
nuestra...
El Señor Jesús actúa mediante el Espíritu Santo, pues éste es su re-
presentante. Por su medio infunde vida espiritual en el alma, avivando sus
energías para el bien, limpiándola de la impureza moral y dándole idoneidad
para su reino. Jesús tiene grandes bendiciones para otorgar, ricos dones
para distribuir entre los hombres. Es el Consejero maravilloso, infinito
en sabiduría y fuerza, y si queremos reconocer el poder de su Espíritu y
someternos a ser amoldados por él, nos haremos completos en él. ¡Qué
pensamiento es éste! En Cristo “habita corporalmente toda la plenitud de la
Deidad, y vosotros estáis completos en él”.
Colosenses 2:9, 10
. El corazón
humano nunca conocerá la felicidad hasta que se someta a ser amoldado
por el Espíritu de Dios. El Espíritu conforma el alma renovada al modelo,
Jesucristo. Mediante la influencia del Espíritu, se transforma la enemistad
hacia Dios en fe y amor, el orgullo en humildad. El alma percibe la belleza
de la verdad.—
Ibid. 53, 54
.
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