Sentida en el hogar, 6 de agosto
Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
Hechos 16:31
.
Hay que hacer obra misionera en el hogar. Los que han recibido a Cristo
han de demostrar en él lo que la gracia hizo por ellos. Una divina influencia
domina al verdadero creyente en Cristo, y eso se hace sentir en el hogar, y
favorece el perfeccionamiento del carácter de todos los que viven en él...
La iglesia necesita toda la fuerza espiritual cultivada que se pueda
obtener, para que todos, y especialmente los miembros más jóvenes de la
familia del Señor, puedan ser celosamente protegidos. Cuando se vive la
verdad en el hogar, aquélla se hace sentir a través de la obra desinteresada
en favor de los de afuera. El que vive el cristianismo en el hogar, será una
luz brillante y resplandeciente en todas partes.—
Meditaciones Matinales,
228
.
Dios quiere que los niños y los jóvenes se unan al ejército del Señor...
Deben ser preparados para resistir a la tentación y pelear la buena batalla
de la fe. Dirigid su mente a Jesús tan pronto como puedan comprender
vuestras lecciones con palabras sencillas, fáciles de entender. Enseñadles
el dominio propio. Enseñadles a comenzar la obra de vencer cuando son
jóvenes, y recibirán la preciosa ayuda que Jesús puede dar y dará junto con
los esfuerzos de los padres que se unen en oración. Con palabras alentadoras
animadlos en las batallas que afrontan para resistir la tentación a fin de que
salgan vencedores mediante la gracia que les conceda Jesucristo.—
A Fin
de Conocerle, 44
.
La armonía del círculo doméstico se quebranta a veces por una palabra
apresurada o por el lenguaje abusivo. Cuánto mejor sería no decir nada.
Una sonrisa de placer, una palabra pacífica y aprobadora pronunciada con
espíritu de humildad, tendrá la facultad de suavizar, consolar y bendecir...
Muchos excusan sus palabras apresuradas y sus temperamentos apasionados
diciendo: “Soy sensible; tengo un carácter rápido”. Nunca curarán las
heridas producidas por las palabras apresuradas y apasionadas... El hombre
natural debe morir, y el nuevo hombre, Cristo Jesús, debe tomar posesión
del alma.—
Testimonies for the Church 4:348
.
[227]
233