Página 243 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Corazones purificados, 12 de agosto
Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así
como él es puro.
1 Juan 3:3
.
He aquí una obra que el hombre puede hacer. Debe mirarse en el
espejo, la santa ley de Dios, descubrir los defectos de su carácter moral
y abandonar sus pecados, lavando la vestidura de su carácter en la sangre
del Cordero. La envidia, el orgullo, la malicia, el engaño, la contienda y
el crimen serán limpiados del corazón que recibe el amor de Cristo y que
alberga la esperanza de ser transformado a su semejanza cuando lo vea
tal como él es. La religión de Cristo refina y dignifica a su poseedor, no
importa qué relaciones haya tenido en la vida y por qué circunstancias haya
pasado. Los hombres que llegan a ser cristianos poseedores de gran luz se
levantan por encima del nivel de sus caracteres antiguos hasta alcanzar una
mayor fortaleza mental y moral. Los que han caído en el pecado y el crimen
y han sido degradados por ellos, gracias a los méritos del Salvador pueden
ser exaltados a una posición muy poco menor que la de los ángeles.
Pero la influencia de un Evangelio de esperanza no inducirá al pecador a
aguardar la salvación de Cristo como algo de pura gracia, mientras continúa
viviendo en la transgresión de la ley de Dios. Cuando la luz de la verdad
resplandece en su mente y comprende en forma plena los requerimientos
de Dios y vislumbra la amplitud de su transgresión, reformará sus caminos,
llegará a ser leal a Dios por medio de la fortaleza obtenida de su Salvador y
vivirá una vida nueva y más pura.—
Testimonies for the Church 4:294, 295
.
Tenemos una obra que hacer para conformar el carácter de acuerdo
con el Modelo divino. Debemos abandonar todos los malos hábitos. El
impuro debe llegar a ser puro de corazón, el hombre egoísta debe dejar de
lado su egoísmo, el orgulloso debe liberarse de su orgullo, el autosuficiente
debe vencer su confianza propia y comprender que no es nada sin Cristo...
Debemos tener una relación viviente con Dios.—
The Review and Herald,
17 de noviembre de 1885
.
Mientras más íntimamente estemos relacionados con Cristo, más reve-
larán nuestros actos y palabras el poder subyugador y transformador de su
gracia.—
Testimonies for the Church 4:626
.
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