Página 259 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Todos los días, por todas partes, 28 de agosto
Reconócelo en todos tus caminos.
Proverbios 3:6
.
La religión bíblica no es una túnica que se puede poner y sacar cuando
a uno le gusta. Es una influencia que lo llena todo y que nos induce a
ser seguidores de Cristo, pacientes y abnegados, obrando como él lo hizo,
caminando como él caminó...
Si no hubierais conocido a nadie que necesitara de vuestra simpatía,
vuestras palabras de compasión y piedad, entonces estaríais sin culpa de-
lante de Dios por no haber puesto en ejercicio estos preciosos dones; pero
todo seguidor de Cristo encontrará la oportunidad de manifestar amabilidad
y amor cristianos; y al hacerlo probará que es poseedor de la religión de
Jesucristo.
Esta religión nos enseña a ejercer paciencia y longanimidad cuando
llegamos a ciertos lugares donde recibimos un trato duro e injusto... “No
devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario,
bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición”.
1 Pedro 3:9
... Cuando Cristo fue maltratado, no devolvió mal por mal... Su
religión trae con ella un espíritu manso y humilde...
Se necesita constantemente de paciencia, bondad, abnegación y espíritu
de sacrificio en el ejercicio de la religión bíblica. Pero si la Palabra de
Dios se convierte en un principio permanente en nuestras vidas, todo lo
que hagamos, cada palabra, cada acto por insignificante que sea revelará
que estamos sujetos a Jesucristo... Si la Palabra de Dios es recibida en
el corazón, vaciará el alma de suficiencia propia y de dependencia de sí
mismo. Nuestras vidas serán un poder para el bien porque el Espíritu Santo
llenará nuestras mentes con las cosas de Dios...
No podemos ni conseguir ni practicar por nosotros mismos la religión
de Cristo, porque nuestros corazones son engañosos más que todas las
cosas; pero Jesús... nos ha mostrado que podemos ser limpios de pecado.
“Bástate mi gracia” (
2 Corintios 12:9
), nos dice... Al mirar a Jesús, el autor
y consumador de nuestra fe, captaremos la luz de su rostro, reflejaremos su
imagen, y creceremos a la plena estatura de hombres y mujeres en Cristo
Jesús.—
The Review and Herald, 4 de mayo de 1897
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