Una herencia en el cielo, 17 de enero
Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible,
reservada en los cielos para vosotros.
1 Pedro 1:4
.
Cristo estaba enseñando, y, como de costumbre, otros, además de sus
discípulos, se habían congregado a su alrededor... Pero había muchos que
deseaban la gracia del cielo únicamente para satisfacer sus propósitos
egoístas. Reconocían el maravilloso poder de Cristo al exponer la verdad
con una luz clara... ¿No les prestaría él su poder para su provecho mundanal?
“Y díjole uno de la compañía: Maestro, di a mi hermano que parta
conmigo la herencia”.
Lucas 12:13
...
En medio de la solemne instrucción que Cristo había dado, este hombre
había revelado su disposición egoísta. Podía apreciar la capacidad del Señor,
la cual iba a obrar en beneficio de sus asuntos temporales, pero las verdades
espirituales no habían penetrado en su mente y en su corazón... Jesús...
estaba abriendo ante él los tesoros del amor divino. El Espíritu Santo estaba
suplicándole que fuese un heredero de la herencia “incorruptible, y que no
puede contaminarse, ni marchitarse”... Pero... sus ojos estaban fijos en la
tierra...
La misión del Salvador en la tierra se acercaba rápidamente a su fin.
Le quedaban solamente pocos meses para completar lo que había venido a
hacer para establecer el reino de su gracia. Sin embargo, la codicia humana
quería apartarlo de su obra, para hacerle participar en la disputa por un
pedazo de tierra. Pero Jesús no podía ser apartado de su misión. Su respuesta
fue: “Hombre, ¿quién me puso por juez o partidor sobre vosotros?” ... Cristo
dijo claramente que su ocupación no era arreglar disputas de esta clase. Su
venida tenía otro fin: predicar el Evangelio y así despertar en los hombres
el sentido de las realidades eternas...
El único remedio para los pecados y dolores de los hombres es Cristo.
Únicamente el Evangelio de su gracia puede curar los males que azotan a la
sociedad... Solamente él da un nuevo corazón de amor en lugar del corazón
egoísta de pecado.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 233-235
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