Página 277 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Para el que cree, 14 de septiembre
Por tanto, es por fe, para que sea por gracia.
Romanos 4:16
.
Sin la gracia de Cristo, el pecador está en una condición desvalida. No
puede hacer nada por sí, pero mediante la gracia divina se imparte al hombre
poder sobrenatural... Mediante la comunicación de la gracia de Cristo, el
pecado es discernido en su aborrecible naturaleza y finalmente expulsado
del templo del alma. Mediante la gracia, somos puestos en comunicación
con Cristo para ser asociados con él en la obra de la salvación. La fe es
la condición por la cual Dios ha visto conveniente prometer perdón a los
pecadores. No es que haya virtud alguna en la fe, que haga merecer la
salvación, sino que la fe, aferrándose a los méritos de Cristo, proporciona
el remedio para el pecado...
“Creyó Abrahán a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra,
no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra,
sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”.
Romanos 4:3-5
. La justicia es obediencia a la ley. La ley demanda justicia,
y ante la ley, el pecador debe ser justo. Pero es incapaz de serlo. La única
forma en que puede obtener la justicia es mediante la fe. Por fe puede
presentar a Dios los méritos de Cristo, y el Señor coloca la obediencia de
su Hijo en la cuenta del pecador. La justicia de Cristo es aceptada en lugar
del fracaso del hombre, y Dios recibe, perdona y justifica al alma creyente
y arrepentida, la trata como si fuera justa, y la ama como ama a su Hijo.
De esta manera, la fe es imputada a justicia y el alma perdonada avanza de
gracia en gracia, de la luz a una luz mayor.—
Mensajes Selectos 1:429, 430
.
El toque de la fe nos abre el divino almacén de los tesoros de poder y
sabiduría; y de esa manera, mediante instrumentos de barro, Dios realiza
las maravillas de su gracia. Esta fe viva es nuestra gran necesidad de
hoy. Debemos saber que Jesús es en verdad nuestro; que su Espíritu está
purificando y refinando nuestro corazón. Si los seguidores de Cristo tuvieran
fe genuina, con mansedumbre y amor, ¡qué obra podrían realizar! ¡Qué
frutos se verían para la gloria de Dios!—
Meditaciones Matinales, 13
.
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