No con pompa mundana, 16 de septiembre
Que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino
en el poder de Dios.
1 Corintios 2:5
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Jesús [iba] a cumplir su obra... no con pompa ni ostentación, sino
hablando a los corazones de los hombres mediante una vida de misericordia
y desprendimiento...
Los discípulos de Cristo han de ser la luz del mundo, pero Dios no les pi-
de que hagan esfuerzo alguno para brillar. No aprueba los intentos llenos de
satisfacción propia para ostentar una bondad superior. Desea que las almas
sean impregnadas de los principios del cielo, pues entonces, al relacionar-
se con el mundo, manifestarán la luz que hay en ellos, su inquebrantable
fidelidad en cada acto de la vida será un medio de iluminación...
La ostentación mundana, por importante que sea, carece enteramente de
valor a los ojos de Dios. Sobre lo visible y temporal, aprecia lo invisible y
eterno. Lo primero tiene valor tan sólo cuando expresa lo segundo. Las obras
de arte más exquisitas no tienen belleza comparable con la del carácter, que
es fruto de la obra del Espíritu Santo en el alma...
La eficacia del esfuerzo humano en la obra de Dios corresponderá a la
consagración del obrero al revelar el poder de la gracia de Dios para trans-
formar la vida. Hemos de distinguirnos del mundo porque Dios imprimió
su sello en nosotros y porque manifiesta en nosotros su carácter de amor.
Nuestro Redentor nos ampara con su justicia.
Al escoger a hombres y mujeres para su servicio, Dios no pregunta si
tienen bienes terrenales, cultura o elocuencia. Su pregunta es: ¿Andan ellos
en tal humildad que yo pueda enseñarles mi camino? ¿Puedo poner mis
palabras en sus labios? ¿Me representarán a mí?
Dios puede emplear a cada cual en la medida en que pueda poner su
Espíritu en el templo del alma. Aceptará la obra que refleje su imagen. Sus
discípulos han de llevar, como credenciales ante el mundo, las indelebles
características de sus principios inmortales.—
El Ministerio de Curación,
23-25
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