Poder para sacudir al mundo, 24 de septiembre
En palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a
diestra y a siniestra.
2 Corintios 6:7
.
Los discípulos cumplieron la comisión que Cristo les dio. A medida que
esos mensajeros de la cruz salían a proclamar el Evangelio, se manifestaba
tal revelación de la gloria de Dios como nunca antes habían visto los
mortales. Por medio de la cooperación del Espíritu divino, los apóstoles
realizaron una obra que conmovió al mundo. El Evangelio fue llevado a
toda nación en una sola generación.
Gloriosos fueron los resultados que acompañaron al ministerio de los
apóstoles escogidos por Cristo. Al principio, algunos de ellos eran hombres
sin letras, pero su consagración a la causa de su Maestro era absoluta y bajo
su instrucción consiguieron una preparación para la gran obra que les fue
encomendada. La gracia y la verdad reinaban en sus corazones, inspiraban
sus motivos y dirigían sus acciones. Sus vidas estaban escondidas con
Cristo en Dios, el yo se perdía de vista, sumergido en las profundidades
del amor infinito... Jesucristo, sabiduría y poder de Dios, era el tema de
todo discurso... A medida que proclamaban un Salvador todopoderoso,
resucitado, sus palabras conmovían los corazones y hombres y mujeres eran
ganados para el Evangelio. Multitudes que habían vilipendiado el nombre
del Salvador y despreciado su poder, ahora se confesaban discípulos del
Crucificado.
Los apóstoles no cumplían su misión por su propio poder, sino con el
del Dios viviente... El sentido de la responsabilidad que descansaba sobre
ellos, purificaba y enriquecía sus vidas; y la gracia del cielo se revelaba en
las conquistas que lograron para Cristo. Con el poder de la omnipotencia,
Dios obraba por intermedio de ellos para hacer triunfar el Evangelio.—
Los
Hechos de los Apóstoles, 474, 475
.
Así como Cristo envió a sus discípulos, envía hoy a los miembros de
su iglesia. El mismo poder que los apóstoles tuvieron es para ellos. Si
desean hacer de Dios su fuerza, él obrará con ellos, y no trabajarán en vano.
Comprendan que la obra en la cual están empeñados es una sobre la cual el
Señor ha puesto su sello... Nos envía a seguir anunciando las palabras que
nos ha dado, sintiendo su toque santo sobre nuestros labios.—
Ibid. 479
.
[276]
283