Embajadores del reino, 20 de enero
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios
rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo:
Reconciliaos con Dios.
2 Corintios 5:20
.
Desde su ascensión, Cristo, la gran cabeza de la iglesia, ha llevado a
cabo su obra en el mundo por medio de embajadores escogidos, mediante
los cuales habla a los hijos de los hombres, y atiende sus necesidades.
La posición de aquellos que han sido llamados por Dios a trabajar en
palabra y doctrina para la edificación de su iglesia, está rodeada de grave
responsabilidad. Ocupan ellos el lugar de Cristo, en la obra de exhortar a
hombres y mujeres a reconciliarse con Dios...
Los ministros de Cristo son los guardianes espirituales de la gente
confiada a su cuidado. Su obra ha sido comparada a la de los centinelas. En
los tiempos antiguos, se colocaban a menudo centinelas en las murallas de
las ciudades, donde, desde puntos ventajosamente situados, podía su mirada
dominar importantes puntos que habían de ser guardados, a fin de advertir
la proximidad del enemigo. De la fidelidad de estos centinelas dependía la
seguridad de todos los habitantes...
A cada ministro suyo declara el Señor: “Tú pues, hijo del hombre, yo te
he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los
apercibirás de mi parte”.
Ezequiel 33:7
... Estas palabras del profeta declaran
la solemne responsabilidad que recae sobre aquellos que fueron nombrados
guardianes de la iglesia, dispensadores de los misterios de Dios...
Es privilegio de estos centinelas de las murallas de Sion vivir tan cerca
de Dios, y ser tan susceptibles a las impresiones de su Espíritu, que él pueda
obrar por su medio para apercibir a los pecadores del peligro y señalarles el
lugar de refugio.—
Obreros Evangélicos, 13-15
.
El corazón del verdadero ministro rebosa de un intenso anhelo de salvar
almas... Vela por las almas como quien debe dar cuenta. Con los ojos fijos
en la cruz del Calvario, contemplando al Salvador levantado, confiando en
su gracia, creyendo que estará con él hasta el fin como su escudo, su fuerza,
su eficiencia, trabaja por Dios.—
Los Hechos de los Apóstoles, 298
.
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