El ejército del Señor, 21 de enero
Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día
malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
Efesios 6:13
.
La fortaleza de un ejército se mide mayormente por la eficiencia de los
hombres que se encuentran en sus filas. Un general sabio instruye a sus
oficiales a fin de que entrenen a cada soldado para el servicio activo. Trata
de desarrollar la mayor eficiencia posible de parte de todos. Si tuviera que
depender sólo de sus oficiales no podría esperar dirigir una campaña de
buen éxito. Cuenta con el servicio leal e infatigable de cada hombre de su
ejército. La responsabilidad descansa mayormente sobre los hombres que
están en las filas.
Lo mismo ocurre en el ejército del Príncipe Emanuel. Nuestro General,
que jamás ha perdido batalla, espera un servicio voluntario y fiel de todos
los que se han alistado bajo su bandera. Espera que todos, tanto laicos
como ministros, tomen parte en el conflicto final que se está librando ahora
entre las fuerzas del bien y las huestes del mal. Todos los que se han
alistado como soldados suyos deben rendir como milicianos un servicio fiel,
con un agudo sentido de la responsabilidad que reposa sobre ellos como
individuos.—
Testimonies for the Church 9:116
.
No todos los que entran en el ejército van a ser generales, capitanes,
sargentos, ni siquiera cabos. No todos han de tener ni los cuidados ni las
responsabilidades de los dirigentes. Pero hay que cumplir muchas otras
arduas tareas de otra clase. Algunos tendrán que cavar trincheras o construir
fortificaciones; otros permanecerán como centinelas; algunos otros llevarán
mensajes. Si bien es cierto que se necesitan pocos oficiales, se requieren
muchos soldados para formar las filas del ejército; no obstante, el buen
éxito depende de la fidelidad de cada soldado. La cobardía o la traición de
un solo hombre puede acarrear desastre al ejército entero.
Hay una obra ferviente que debe ser hecha por nosotros individualmente
si queremos librar la buena batalla de la fe. Están en juego intereses eternos.
Debemos revestirnos de toda la armadura de justicia, debemos resistir
al diablo, y tenemos la segura promesa de que se batirá en retirada.—
Testimonies for the Church 5:394, 395
.
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