Desde la niñez, 6 de octubre
Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es
el reino de Dios.
Marcos 10:14
.
En los niños que eran puestos en relación con él, Jesús veía a los
hombres y mujeres que serían herederos de su gracia y súbditos de su reino,
algunos de los cuales llegarían a ser mártires por su causa... En su enseñanza,
él descendía a su nivel. El, la Majestad del cielo, no desdeñaba contestar
sus preguntas y simplificar sus importantes lecciones para adaptarlas a su
entendimiento infantil. Implantaba en sus mentes semillas de verdad que en
años ulteriores brotarían y darían fruto para vida eterna.
Es todavía verdad que los niños son más susceptibles a las enseñanzas
del Evangelio; sus corazones están abiertos a las influencias divinas, y son
fuertes para retener las lecciones recibidas. Los niñitos pueden ser cristianos
y tener una experiencia de acuerdo con sus años. Necesitan ser educados en
las cosas espirituales, y los padres deben darles todas las ventajas a fin de
que adquieran un carácter semejante al de Cristo...
El que trabaja para Cristo puede ser su agente para atraer a estos niños
al Salvador. Con sabiduría y tacto, puede ligarlos a su corazón, puede darles
valor y esperanza, y por la gracia de Cristo puede verlos transformados en
carácter de manera que se pueda decir de ellos: “Porque de los tales es el
reino de Dios”.—
El Deseado de Todas las Gentes, 473-476
.
Dios quiere que todo niño de tierna edad sea su hijo, adoptado en su
familia. Por muy jóvenes que sean, pueden ser miembros de la familia de
la fe, y tener una experiencia muy preciosa... Pueden sentir sus corazones
atraídos en confianza y amor hacia Jesús, y vivir para el Salvador. Cristo
hará de ellos pequeños misioneros. Toda la corriente de sus pensamientos
puede cambiarse, de manera que el pecado aparezca, no como cosa que se
pueda disfrutar, sino a la cual hay que rehuir y odiar.—
Consejos para los
Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 130
.
El Salvador anhela salvar a los jóvenes. Quiere regocijarse viéndolos en
derredor de su trono, revestidos del manto inmaculado de su justicia. Está
aguardando para colocar sobre sus cabezas la corona de la vida.—
Ibid. 47
.
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