Física y espiritualmente, 13 de octubre
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que
tengas salud, así como prospera tu alma.
3 Juan 2
.
El propósito de Dios para con sus hijos es que éstos alcancen a la medida
de la estatura de hombres y mujeres perfectos en Cristo Jesús. Para ello,
deben hacer uso conveniente de todas las facultades de la mente, el alma y
el cuerpo. No pueden derrochar ninguna de sus energías mentales o físicas.
El asunto de la conservación de la salud tiene una importancia capital.
Al estudiar esta cuestión en el temor de Dios, aprenderemos que, para
nuestro mejor desarrollo físico y espiritual, conviene que nos atengamos a
un régimen alimentario sencillo. Estudiemos con paciencia esta cuestión...
Los que han recibido instrucciones acerca de los peligros del consumo
de carne, té, café y alimentos demasiado condimentados o malsanos, y
quieran hacer con Dios un pacto con sacrificio, no continuarán satisfaciendo
sus apetitos con alimentos que saben son malsanos. Dios pide que los
apetitos sean purificados y que se renuncie a las cosas que no son buenas.
Esta obra debe ser hecha antes que su pueblo pueda estar delante de él como
un pueblo perfecto...
Dios exige que su pueblo progrese constantemente. Debemos aprender
que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstáculo que se opone
a nuestro progreso intelectual y a la santificación del alma. No obstante
todo lo que profesamos en lo que concierne a la reforma pro salud, algunos
de entre nosotros se alimentan mal. El halago de los apetitos es la causa
principal de la debilidad física y mental, del agotamiento y de las muertes
prematuras. Toda persona que busca la pureza de la mente debe recordar
que en Cristo hay un poder capaz de dominar los apetitos...
La salud del cuerpo debe considerarse como esencial para el crecimiento
en la gracia y la adquisición de un carácter templado... De los errores
practicados en el comer y beber resultan pensamientos y hechos erróneos.
Todos somos probados en este tiempo. Hemos sido bautizados en Cristo; y si
estamos dispuestos a separarnos de todo aquello que tienda a degradarnos...
recibiremos fuerza para crecer en Cristo, nuestra cabeza viviente, y veremos
la salvación de Dios.—
Joyas de los Testimonios 3:354, 356, 357, 360
.
[295]
304