Debemos proseguir, 19 de octubre
Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba
está dispuesta su salida.
Oseas 6:3
.
Cristo vino a enseñar a la familia humana el camino de la salvación e
hizo este camino tan llano que hasta un niñito puede andar en él. Invita a
sus discípulos a que avancen en el conocimiento del Señor; y a medida que
éstos sean guiados diariamente por su dirección, aprenderán que su salida
está aparejada como el alba.
Habéis observado la salida del sol, y la aparición gradual del día sobre
la tierra y el cielo. Poco a poco progresa la aurora, hasta que aparece el sol;
la luz se hace cada vez más fuerte y clara hasta que se llega a la plena gloria
del mediodía. Es ésta una bella ilustración de lo que Dios desea hacer por
sus hijos en el perfeccionamiento de su experiencia cristiana. Andando día
tras día en la luz que él nos envía, en la obediencia voluntaria a todos sus
requerimientos, nuestra experiencia crece y se amplía hasta que alcanzamos
la estatura plena de hombres y mujeres en Cristo Jesús...
Cristo no vino a la tierra como rey, para gobernar a las naciones. Vino
como hombre humilde para ser tentado y para vencer la tentación; para
que sigamos en pos de él, como debemos ir, para conocer al Señor. En el
estudio de la vida de Jesús aprenderemos cuánto hará Dios por su medio, en
favor de sus hijos. Y sabremos que por grandes que sean nuestras pruebas,
no pueden exceder a lo que Cristo soportó para que pudiésemos conocer
el camino, la verdad y la vida. Mediante una vida de conformidad con su
ejemplo, hemos de mostrar nuestro aprecio por el sacrificio que hizo en
nuestro favor.—
Mensajes para los Jóvenes, 15, 16
.
Como la flor se torna hacia el sol, a fin de que los brillantes rayos la
ayuden a perfeccionar su belleza y simetría, así debemos tornarnos hacia el
Sol de justicia, a fin de que la luz celestial brille sobre nosotros, para que
nuestro carácter se transforme a la imagen de Cristo...
Morando en él podéis florecer. Recibiendo vuestra vida de él, no os
marchitaréis ni seréis estériles. Seréis como el árbol plantado junto a arroyos
de aguas.—
El Camino a Cristo, 68
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