Reflejemos a Jesús, 20 de octubre
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea
buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
Efesios 4:29
.
Anhelo continuamente que Cristo se forme dentro de mí como la espe-
ranza de gloria. Anhelo ser hermoseada cada día con la humildad y suavidad
de Cristo, creciendo en la gracia y el conocimiento de Jesús hasta alcanzar
la plena estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús. Individualmente,
mediante la gracia que Jesús me ha dado, debo mantener mi propia alma
en salud, teniéndola como un canal divino, a través del cual fluyan para el
mundo su gracia, su amor, su paciencia, y su humildad. Este es mi deber, y
no es menos el deber de cada miembro de iglesia que pretende ser hijo o
hija de Dios.
El Señor Jesús ha hecho a la iglesia la depositaria de la verdad sagrada.
Le ha encomendado la obra de llevar a cabo sus propósitos y sus planes
para salvar las almas por las cuales él ha manifestado tal interés, y tal
amor inconmensurable. Como el sol en relación con nuestro mundo, él
se levanta en medio de las tinieblas morales como el Sol de justicia. El
dijo de sí mismo: “Yo soy la luz del mundo”.
Juan 8:12
. Les dijo a sus
seguidores: “Vosotros sois la luz del mundo”.
Mateo 5:14
... Al reflejar la
imagen de Jesucristo mediante la hermosura y la santidad de sus caracteres,
por su continua abnegación y su separación de todos los ídolos, grandes
o pequeños, revelan que han aprendido en la escuela de Cristo.—
Nuestra
Elevada Vocación, 249
.
La Escritura dice de Cristo que la gracia fue derramada en sus labios,
para que pudiera “hablar en sazón palabra al cansado”.
Isaías 50:4
. Y el
Señor nos insta: “Sea vuestra palabra siempre con gracia” (
Colosenses 4:6
),
“para que dé gracia a los oyentes”.
Al tratar de corregir o reformar a otros, debiéramos cuidar nuestras
palabras. Ellas serán un sabor de vida para vida o de muerte para muerte...
Todos los que defienden los principios de la verdad necesitan recibir el
celestial aceite del amor. En toda circunstancia la reprensión debe ser hecha
con amor. Entonces nuestras palabras reformarán, sin exasperar. Cristo
proporcionará por medio de su Espíritu Santo la fuerza y el poder. Esta es
su obra.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 316
.
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