Página 323 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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En los deberes necesarios de la vida, 28 de octubre
Ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi
carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar
testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
Hechos 20:24
.
Vuestra fortaleza espiritual y vuestro crecimiento en la gracia estarán en
proporción con la tarea de amor y buenas obras que alegremente realicéis
para vuestro Salvador, quien no se reservó nada, ni siquiera su propia vida
para salvaros...
Nuestras buenas obras no salvarán a nadie, pero no podemos ser salvos
sin buenas obras. Y después de haber hecho todo lo posible en el nombre y
en la fortaleza de Jesús, debemos decir: “Siervos inútiles somos”.
Lucas
17:10
.—
Testimonies for the Church 4:228
.
Si poseéis las riquezas de la gracia de Cristo en vuestro corazón, no
os aferraréis a ellas mientras la salvación de las almas dependa del cono-
cimiento del camino de la salvación que podéis proporcionar. Quizá estas
almas no vengan a vosotros y os confíen los anhelos de su corazón, pero
muchas están hambrientas, insatisfechas; y Cristo murió para que pudieran
poseer las riquezas de su gracia. ¿Qué haréis para que esas almas puedan
compartir las bendiciones que disfrutáis?—
En Lugares Celestiales, 322
.
El crecimiento en la gracia se demuestra en una creciente capacidad para
trabajar en favor de Dios. El que aprende en la escuela de Cristo sabrá cómo
orar y cómo hablar por el Maestro. Comprendiendo que le falta sabiduría y
experiencia, se pondrá bajo la tutela del Gran Maestro, sabedor de que sólo
así puede lograr perfección en el servicio de Dios. Cada día es más capaz de
comprender las cosas espirituales. Al final de cada día de diligente labor, se
halla más capacitado para ayudar a los demás.—
In Heavenly Places, 320
.
Muchos de los que siguen a Cristo tienen que aprender todavía la lección
esencial del contentamiento y la diligencia en los deberes necesarios de la
vida. Requiere más gracia, y más severa disciplina de carácter el trabajar
para Dios como mecánico, negociante, abogado o agricultor, cumpliendo los
preceptos del cristianismo en los negocios de la vida, que el trabajar como
misioneros reconocidos.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos
acerca de la Educación Cristiana, 213, 214
.
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