¿Cuál es la gloria de Dios? 10 de noviembre
Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es
el que resplandeció en nuestros corazones, para la iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
2 Corintios
4:6
.
La gloria de Dios es su carácter. Mientras Moisés se encontraba en
el monte intercediendo fervorosamente con Dios, oró: “Te ruego que me
muestres tu gloria”. En respuesta Dios declaró: “Yo haré pasar todo mi
bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y
tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con
el que seré clemente”.
Éxodo 33:18, 19
.
La gloria de Dios—su carácter—, fue revelada entonces: “Y pasando
Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso
y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda
misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y
que de ningún modo tendrá por inocente al malvado”.
Éxodo 34:7
.—
The
Signs of the Times, 3 de septiembre de 1902
.
Este carácter fue revelado por la vida de Cristo. Para que pudiera conde-
nar al pecado con su propio ejemplo en la carne, tomó sobre sí la semejanza
de la carne de pecado. Constantemente contempló el carácter de Dios; cons-
tantemente reveló ese carácter al mundo. Cristo desea que sus seguidores
revelen en su vida ese mismo carácter.—
A Fin de Conocerle, 133
.
En su oración intercesora en favor de sus discípulos declaró: “La gloria
[el carácter] que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como
nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que el mundo conozca
que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has
amado”.
Juan 17:22, 23
.
Hoy continúa siendo su propósito purificar y santificar a su iglesia “en
el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo,
una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino que fuese santa y sin mancha”.
Efesios 5:27
. Cristo no puede pedir al
Padre que conceda a los que creen en él un don mayor que el carácter que
él reveló. ¡Qué amplitud hay en su requerimiento! ¡Qué plenitud de gracia
tiene el privilegio de recibir todo seguidor de Cristo!—
The Signs of the
Times, 3 de septiembre de 1902
.
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