Suma y sustancia, 12 de noviembre
Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en
Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo
os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.
1 Pedro 5:10
.
Cuando la verdad es recibida, produce cambios radicales en la vida y en
el carácter; porque la religión significa la morada de Cristo en el corazón, y
donde él está, el alma prosigue realizando actividad espiritual, creciendo
siempre en gracia, avanzando siempre hacia la perfección.—
The Review
and Herald, 24 de mayo de 1892
.
No es una verdadera evidencia de que tú seas cristiano el que tus emo-
ciones se conmuevan o tu espíritu se conmueva por la verdad; la pregunta
es: ¿Estás creciendo en Cristo, tu cabeza viviente? ¿Se manifiesta en tu vida
la gracia de Cristo? Dios da su gracia a los hombres para que ellos deseen
más de su gracia. La gracia de Dios siempre obra en el corazón humano, y
cuando se la recibe la evidencia de su recepción aparecerá en la vida y el
carácter del que la recibe, pues se verá la vida espiritual que se desarrolla
en lo interior. La gracia de Cristo en el corazón siempre promoverá la vida
espiritual y se efectuará un avance espiritual... No vemos crecer las plantas
en el suelo, y sin embargo estamos seguros de que crecen, y ¿no hemos de
conocer en cuanto a nuestra fortaleza y crecimiento espirituales?—
A Fin
de Conocerle, 165
. (Traducción revisada.)
La suma y la sustancia de todo lo que se refiere a la gracia y a la
experiencia cristianas están comprendidas en creer en Jesús, conocer a Dios
y a su Hijo a quien ha enviado. Pero aquí es donde muchos fallan porque les
falta fe en Dios. En lugar de desear ser puestos en comunión con Cristo en
su condescendencia y humillación, están procurando siempre la supremacía
del yo...
¡Oh, si lo amarais como él os ha amado, no rehuiríais la experiencia
de los oscuros capítulos del sufrimiento del Hijo de Dios! ... Cuando con-
templamos la humillación de Cristo, observando su abnegación y sacrificio
propio, nos llenamos de asombro ante la manifestación del amor divino por
el hombre culpable. Cuando tenemos que pasar por pruebas de naturaleza
humillante por causa de Cristo, si tenemos la actitud de Cristo las sufrire-
mos con humildad, sin resentirnos por la ofensa y sin resistir al mal.—
The
Review and Herald, 24 de mayo de 1892
.
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