Página 361 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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El hombre creado para gloria de Dios, 2 de diciembre
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la
gloria de Dios.
1 Corintios 10:31
.
Dios creó al hombre para su propia gloria, para que después de la
prueba y la aflicción la familia humana pudiera llegar a ser una con la
familia celestial. Era el propósito de Dios repoblar el cielo con la familia
humana, si se manifestaban obedientes a cada palabra suya. Adán tenía
que ser probado, para ver si sería obediente como los ángeles leales, o si
sería desobediente. Si hubiera resistido la prueba, su instrucción para sus
hijos hubiera sido como la mente y los pensamientos de Dios.—
The S.D.A.
Bible Commentary 1:1082
.
Dios hizo a Adán de acuerdo con su propio carácter, puro y recto.
No había principios corruptos en el primer Adán, no había propensiones
corruptas o tendencias al mal. Adán era tan intachable como los ángeles
que están delante del trono de Dios. Estas cosas son inexplicables, pero
muchas cosas que no podemos entender ahora resultarán claras cuando
veamos como somos vistos y conozcamos como somos conocidos.—
Ibid.
1082, 1083
.
Se dice de los santos hombres de la antigüedad que Dios no se avergon-
zaba de ser llamado Dios de ellos.
Hebreos 11:16
. La razón aducida es que
en lugar de codiciar posesiones terrenales o buscar felicidad en planes o
aspiraciones mundanos pusieron todo lo que tenían sobre el altar de Dios y
lo dedicaron para edificar su reino. Vivieron únicamente para gloria de Dios
y declararon sin ambages que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra,
que buscaban una patria mejor, a saber, la celestial. Su conducta proclamaba
su fe. Dios podía confiarles su verdad y podía dejar que el mundo recibiera
de ellos un conocimiento de su voluntad.
Pero, ¿cómo está manteniendo el honor de su nombre el profeso pueblo
de Dios en la actualidad? ¿Cómo podría el mundo llegar a la conclusión
de que constituyen un pueblo peculiar? ¿Qué evidencia dan ellos de su
ciudadanía celestial? ...
La llaneza puritana y la sencillez debieran distinguir las moradas y la
vestimenta de todos los que creen las solemnes verdades para este tiempo...
Nuestro vestido, nuestras viviendas, nuestra conversación, debieran dar
testimonio de nuestra consagración a Dios.—
Testimonies for the Church
5:188, 189
.
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