El reino en miniatura, 4 de diciembre
Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte
a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su
rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Mateo 17:1, 2
.
La noche se estaba acercando cuando Jesús llamó a su lado a tres de sus
discípulos, Pedro, Santiago y Juan...
Apartándose un poco de ellos, el Varón de dolores derrama sus súplicas
con fuerte clamor y lágrimas. Implora fuerzas para soportar la prueba en
favor de la humanidad...
Ahora, su principal petición es que les sea dada una manifestación de
la gloria que tuvo con el Padre antes que el mundo fuese, que su reino
sea revelado a los ojos humanos, y que sus discípulos sean fortalecidos
para contemplarlo. Ruega que ellos puedan presenciar una manifestación
de su divinidad que los consuele en la hora de su agonía suprema, con el
conocimiento de que él es seguramente el Hijo de Dios, y que su muerte
ignominiosa es parte del plan de la redención.
Su oración es oída. Mientras está postrado humildemente sobre el suelo
pedregoso, los cielos se abren de repente, las áureas puertas de la ciudad
de Dios quedan abiertas de par en par, y una irradiación santa desciende
sobre el monte, rodeando la figura del Salvador. Su divinidad interna refulge
a través de la humanidad, y va al encuentro de la gloria que viene de lo
alto. Levantándose de su posición postrada, Cristo se destaca con majestad
divina. Ha desaparecido la agonía de su alma. Su rostro brilla ahora “como
el sol” y sus vestiduras son “blancas como la luz”.
Los discípulos, despertándose, contemplan los raudales de gloria que
iluminan el monte. Con temor y asombro, miran el cuerpo radiante de su
Maestro... Al lado de él, hay dos seres celestiales, que conversan íntima-
mente con él. Son Moisés, quien había hablado sobre el Sinaí con Dios, y
Elías, a quien se concedió el alto privilegio... de no pasar bajo el poder de
la muerte... Sobre el monte, el futuro reino de gloria fue representado en
miniatura: Cristo el Rey, Moisés el representante de los santos resucitados,
y Elías de los que serán trasladados.—
El Deseado de Todas las Gentes,
388-390
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