Aprendamos ahora el himno de triunfo, 10 de diciembre
Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente.
Éxodo
15:1
.
Este canto y la gran liberación que conmemoraba hicieron una impresión
imborrable en la memoria del pueblo hebreo. Siglo tras siglo fue repetido
por los profetas y los cantores de Israel para atestiguar que Jehová es la
fortaleza y la liberación de los que confían en él. Este canto no pertenece
sólo al pueblo judío. Indica la futura destrucción de todos los enemigos de
la justicia, y señala la victoria final del Israel de Dios. El profeta de Patmos
vio la multitud vestida de blanco, “los que habían alcanzado la victoria”,
que estaban sobre “un mar de vidrio mezclado con fuego”, “teniendo las
arpas de Dios”. “Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico
del Cordero”.
Apocalipsis 15:2, 3
.
“No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria;
por tu misericordia, por tu verdad”.
Salmos 115:1
. Tal fue el espíritu que
saturaba el canto de liberación de Israel, y es el espíritu que debe morar
en el corazón de los que aman y temen a Dios. Al libertar nuestras almas
de la esclavitud del pecado, Dios ha obrado para nosotros una liberación
todavía mayor que la de los hebreos ante el Mar Rojo... Las bendiciones
diarias que recibimos de la mano de Dios, y sobre todo, la muerte de Jesús
para poner la felicidad y el cielo a nuestro alcance, debieran ser objeto de
constante gratitud. ¡Qué compasión, qué amor sin par, nos ha manifestado
Dios a nosotros, perdidos pecadores, al unirnos a él, para que seamos su
tesoro especial!... Debiéramos alabar a Dios por la bendita esperanza que
nos ofrece en el gran plan de redención; debiéramos alabarle por la herencia
celestial y por sus ricas promesas; debiéramos alabarle porque Jesús vive
para interceder por nosotros...
Todos los habitantes del cielo se unen para alabar a Dios. Aprendamos el
canto de los ángeles ahora, para que podamos cantarlo cuando nos unamos
a sus huestes resplandecientes. Digamos con el salmista: “Alabaré a Jehová
en mi vida: cantaré salmos a mi Dios mientras viviere”.
Salmos 146:2
.
“Alábenle los pueblos, oh Dios: todos los pueblos te alaben”.
Salmos 67:5
.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 293, 294
.
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