Mientras esperamos, 11 de diciembre
Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y
vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor
regrese.
Lucas 12:35, 36
.
Ahora es el momento de prepararnos para la venida de nuestro Señor.
La preparación para salir a su encuentro no puede lograrse en un momento.
En preparación para esta solemne escena, debiéramos esperar en actitud
vigilante y velar, combinando todo ello con trabajo ferviente. Así glorifican
a Dios sus hijos. En medio de las agitadas escenas de la vida, se oirán sus
voces pronunciando palabras de ánimo, fe y esperanza. Todo lo que tienen
y son está consagrado al servicio del Maestro...
Cristo nos dice cuándo será introducido el día de su reino. No nos dice
que todo el mundo será convertido, sino que “será predicado este evangelio
del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces
vendrá el fin”.
Mateo 24:14
. Al dar el Evangelio al mundo, tenemos la
posibilidad de apresurar la venida del día de Dios. Si la iglesia de Cristo
hubiera llevado a cabo la obra señalada tal como el Señor lo mandó, todo
el mundo ya hubiera sido amonestado y el Señor Jesús hubiera venido a la
tierra en poder y gran gloria.
Gran poder debe asistir al mensaje de la segunda aparición de Cristo.
No debemos descansar hasta ver muchas almas convertidas a la bendita
esperanza del regreso del Señor. En los días de los apóstoles el mensaje que
ellos llevaron produjo una verdadera obra, convirtiendo las almas de los
ídolos para servir al Dios viviente. La obra que tenemos que realizar hoy es
exactamente tan real, y la verdad es exactamente tan verdadera; sólo que
ahora debemos dar el mensaje con mucho más fervor ya que la venida del
Señor está más cerca... El mensaje para este tiempo es positivo, sencillo y
de la más profunda importancia. Debemos obrar como hombres y mujeres
que lo creemos. Esperar, vigilar, trabajar, orar, amonestar al mundo: he aquí
nuestra obra.—
The Review and Herald, 13 de noviembre de 1913
.
Hermanos míos, el Señor nos está hablando. ¿No escucharemos su voz?
¿No acondicionaremos nuestras lámparas, y actuaremos como hombres
que están esperando que su Señor venga?—
Testimonios para los Ministros,
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2—M. G. de D.
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