Victoria sobre la muerte, 15 de diciembre
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que
hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las
nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor.
1 Tesalonicenses 4:16, 17
.
El Hijo de Dios llama a la vida a los santos dormidos... De la prisión
de la muerte sale revestida de gloria inmortal clamando: “¿Dónde está, oh
muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria?”
1 Corintios 15:55
...
Los justos vivos son mudados “en un momento, en un abrir de ojo”. A la
voz de Dios fueron glorificados; ahora son hechos inmortales, y juntamente
con los santos resucitados son arrebatados para recibir a Cristo, su Señor,
en los aires...
Antes de entrar en la ciudad de Dios, el Salvador confiere a sus dis-
cípulos los emblemas de la victoria, y los cubre con las insignias de su
dignidad real... Sobre la cabeza de los vencedores Jesús coloca con su
propia diestra la corona de gloria. Cada cual recibe una corona que lleva su
propio “nombre nuevo” (
Apocalipsis 2:17
), y la inscripción: “Santidad a
Jehová”. A todos se les pone en la mano la palma de la victoria y el arpa
brillante. Luego que los ángeles que mandan dan la nota, todas las manos
tocan con maestría las cuerdas de las arpas, produciendo dulce música en
ricos y melodiosos acordes. Dicha indecible estremece todos los corazones,
y cada voz se eleva en alabanzas de agradecimiento...
Delante de la multitud de los redimidos se encuentra la ciudad santa.
Jesús abre ampliamente las puertas de perla, y entran por ellas las naciones
que guardaron la verdad... Luego se oye aquella voz, más armoniosa que
cualquier música que haya acariciado jamás el oído de los hombres, y
que dice: “Vuestro conflicto ha terminado”. “Venid, benditos de mi Padre,
heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.
Mateo 25:34
.
Entonces se cumple la oración del Salvador por sus discípulos: “Padre,
aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también
conmigo”.
Juan 17:24
.—
El Conflicto de los Siglos, 702-704
.
[358]
370