Felicidad eterna, 21 de diciembre
Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de
gozo; delicias a tu diestra para siempre.
Salmos 16:11
.
En la Biblia se llama a la herencia de los bienaventurados una patria.
Hebreos 11:14-16
. Allí conduce el divino Pastor a su rebaño a los manan-
tiales de aguas vivas. El árbol de vida da su fruto cada mes, y las hojas del
árbol son para el servicio de las naciones. Allí hay corrientes que manan
eternamente, claras como el cristal, al lado de las cuales se mecen árboles
que echan su sombra sobre los senderos preparados para los redimidos del
Señor. Allí las vastas llanuras alternan con bellísimas colinas y las montañas
de Dios elevan sus majestuosas cumbres. En aquellas pacíficas llanuras, al
borde de aquellas corrientes vivas, es donde el pueblo de Dios que por tanto
tiempo anduvo peregrino y errante, encontrará un hogar.—
El Conflicto de
los Siglos, 733, 734
.
La Biblia presenta ante nuestra vista las inescrutables riquezas y los
tesoros inmortales de los cielos. Los impulsos más fuertes del hombre lo
arrastran a tratar de procurar su propia felicidad. La Biblia reconoce este
deseo y nos muestra que todo el cielo se unirá a los esfuerzos que el hombre
haga por conseguir la dicha. Además, revela la condición según la cual se
da la paz de Cristo a los hombres. Describe un hogar de dicha y resplan-
dor sempiternos, donde no habrá lágrimas ni necesidades.—
Meditaciones
Matinales, 165
.
Que todo lo que hay de hermoso en nuestra patria terrenal nos recuerde
el río cristalino y los campos verdes, los ondeantes árboles y las fuentes
vivas, la resplandeciente ciudad y los cantores de blancas túnicas de nuestra
patria celestial, el mundo de belleza que ningún artista puede pintar, que
ninguna lengua mortal puede describir...
Morar para siempre en este hogar de los bienaventurados... y a través
de los siglos sin fin progresar en sabiduría, conocimiento y santidad, explo-
rando siempre nuevos campos del pensamiento, hallando siempre nuevos
prodigios y nuevas glorias, creciendo siempre en capacidad de conocer,
disfrutar y amar, sabiendo que quedan todavía delante de nosotros gozo,
amor y sabiduría infinitos, tal es el fin hacia el cual se dirige la esperanza
del cristiano.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la
Educación Cristiana, 44, 45
.
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