Las órdenes de marcha, 30 de enero
Di a los hijos de Israel que marchen.
Éxodo 14:15
.
La historia de los hijos de Israel ha sido escrita para instrucción y admo-
nición de todos los cristianos. Cuando los israelitas fueron sobrecogidos por
peligros y dificultades, y el camino les parecía cerrado, su fe los abandonó
y murmuraron contra el caudillo que Dios les había asignado... La orden
divina era: “Que marchen”. No habían de esperar hasta que el camino les
pareciese despejado y pudiesen comprender todo el plan de su libramiento.
La causa de Dios ha de avanzar y él abrirá una senda delante de su pueblo...
Hay ocasiones en que la vida cristiana parece rodeada de peligros y el
deber parece difícil de cumplir. La imaginación se figura que le espera una
ruina inminente al frente, y detrás, la esclavitud y la muerte. Sin embargo,
la voz de Dios habla claramente por sobre todos los desalientos y dice:
“¡Marchad!” Debemos obedecer a esta orden, fuere cual fuere el resultado,
aun cuando nuestros ojos no puedan penetrar las tinieblas y sintamos las
frías olas a nuestros pies...
Los que creen que les es imposible ceder a la voluntad de Dios y tener
fe en sus promesas hasta que todo esté despejado y llano delante de ellos,
no cederán nunca. La fe no es la certidumbre del conocimiento; “es la
sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que
no se ven”.
Hebreos 11:1
. El obedecer a los mandamientos de Dios es la
única manera de obtener su favor. “Marchad”, debe ser el santo y seña del
cristiano.—
Joyas de los Testimonios 1:451-453
.
Es propósito de Dios que progresemos constantemente en conocimiento
y virtud. Su ley es el eco de su propia voz, que hace a todos la invitación:
“Subid más arriba, sed santos, sed aún más santos”. Cada día podemos
adelantar en cuanto a la perfección del carácter cristiano.—
Obreros Evan-
gélicos, 290
.
Poniendo nuestra confianza en Dios, debemos avanzar firmemente,
hacer su obra con abnegación, confiar humildemente en él, entregarnos a su
providencia nosotros mismos y todo lo que concierne a nuestro presente y
futuro, mantener firme el principio de nuestra confianza hasta el fin.—
Joyas
de los Testimonios 3:128
.
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