La prueba de la lealtad, 19 de febrero
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y
el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me
manifestaré a él.
Juan 14:21
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Es esencial que cada súbdito del reino de Dios sea obediente a la ley de
Jehová... El hecho de que la ley es santa, justa y buena, debe ser puesto de
manifiesto delante de todas las naciones, las lenguas y los pueblos, delante
de los mundos no caídos, los ángeles, los serafines y los querubines. Los
principios de la ley de Dios se manifestaron en el carácter de Jesucristo, y
los que cooperan con Cristo, llegando a participar de la naturaleza divina,
desarrollan el carácter divino y se convierten en una ilustración de la divina
ley...
Mientras más estudiamos los atributos del carácter de Dios tal como
se revelan en Cristo, más podemos apreciar que la justicia fue mantenida
mediante el sacrificio que cumplió con la penalidad de la ley... a fin de
que el hombre pudiera tener otra ocasión para ser probado... Los que sean
obedientes a la ley del gobierno de Dios durante este breve período de
prueba, en medio de las influencias contrarias de los instrumentos satánicos,
serán reconocidos en el cielo como leales hijos del Señor de los ejércitos...
Somos propiedad del Señor tanto por creación como por redención.
Somos totalmente súbditos suyos, y sometidos a las leyes de su reino. Que
nadie dé cabida al engaño de que el Señor Dios del cielo y de la tierra no
tiene ley para controlar y gobernar a sus súbditos. Dependemos de Dios
para todo aquello de que disfrutamos. Recibimos de él el alimento que
tomamos, las ropas que vestimos, el aire que respiramos y la vida de que
gozamos día tras día. Estamos bajo la obligación de ser gobernados por su
voluntad y reconocerlo como nuestro supremo gobernante...
Debemos gratitud a Dios por la revelación de su amor en Cristo Jesús;
y como instrumentos humanos inteligentes hemos de revelar al mundo el
tipo de carácter que resultará de la obediencia a cada declaración de la ley
del gobierno de Dios. En perfecta obediencia a su santa voluntad, hemos de
manifestar adoración, amor, alegría y alabanza, y de este modo honraremos
y glorificaremos a Dios.—
The Review and Herald, 9 de marzo de 1897
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