Página 62 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Sobre los reinos terrenales, 21 de febrero
De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos
muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será
llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los
enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
Mateo 5:19
.
Las cualidades que brillan con mayor resplandor en los reinos del
mundo, no tienen lugar en el reino espiritual de Cristo. Todo lo que es
altamente estimado entre los hombres, y que le produce exaltación a su
poseedor, como casta, rango, posición o riqueza, no se cotiza en el reino
espiritual. El Señor dice: “Yo honraré a los que me honran”.
1 Samuel 2:30
.
En el reino de Cristo los hombres se distinguen por su piedad...
El reino de los cielos es de una categoría más elevada que la de cual-
quier reino terrenal. Si hemos de ocupar en él una posición más elevada
o más humilde, no dependerá de nuestro rango, nuestra riqueza o nuestra
educación, sino del tipo de obediencia que hayamos prestado a la Palabra
de Dios. Los que hayan actuado por egoísmo y ambición humana, los que
hayan luchado por ser los mayores, los que han manifestado importancia
propia, los que se han sentido por encima de la confesión de equivocaciones
y errores, no tendrán lugar en el reino de Dios. Si los hombres han de ser
honrados como miembros de la real familia de Dios, lo será por la forma en
que soportaron la prueba de Dios que se les impuso en esta vida. Los que
no hayan sido abnegados, los que no hayan manifestado simpatía por los
ayes de los demás, los que no hayan cultivado los preciosos atributos del
amor, los que no hayan manifestado tolerancia y humildad en esta vida, no
cambiarán cuando Cristo venga...
El carácter que nosotros revelemos ahora es el que decide nuestro des-
tino futuro. La felicidad del cielo se hallará poniéndose en conformidad con
la voluntad de Dios, y si los hombres llegan a ser miembros de la familia
real en el cielo es porque éste ha comenzado con ellos en la tierra. Han
albergado el espíritu de Cristo, y cuando llega el llamado: “Hijo, sube más
arriba”, los justos se apropiarán de cada gracia, de toda facultad preciosa y
santificada de las cortes del cielo, y cambiarán la tierra por el cielo.—
The
Review and Herald, 26 de marzo de 1895
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