Un comprensivo sumo sacerdote, 11 de marzo
Has mantenido mi derecho y mi causa; te has sentado en el trono
juzgando con justicia.
Salmos 9:4
.
No comprendemos la grandeza y la majestad de Dios ni recordamos la
inconmensurable distancia que hay entre el Creador y las criaturas formadas
por su mano. El que se sienta en los cielos, blandiendo el cetro del universo,
no juzga de acuerdo con nuestras normas finitas, ni evalúa en armonía con
nuestros cómputos. Nos equivocamos si pensamos que lo que nosotros
consideramos grande debe ser grande delante de Dios, y que lo que nosotros
consideramos pequeño debe serlo delante de él...
No hay pecado pequeño a la vista de Dios. Los pecados que el hombre
está dispuesto a considerar pequeños pueden ser los que Dios considera
grandes crímenes. Se desprecia al ebrio y se le dice que su pecado lo
excluirá del cielo, mientras el orgullo, el egoísmo y la codicia no reciben
reprensión. Pero estos pecados son especialmente ofensivos para Dios...
Necesitamos discernimiento claro, para medir el pecado de acuerdo con la
norma de Dios y no con la nuestra. Tomemos como regla no las opiniones
humanas, sino la Palabra divina.—
Testimonies for the Church 5:337
.
Ahora, mientras dura el tiempo de gracia, no le incumbe a uno pronun-
ciar sentencia contra los demás, y considerarse un hombre modelo. Cristo
es nuestro modelo; imitadle, asentad vuestros pies en sus pisadas. Podéis
profesar seguir todo punto de la verdad presente, pero a menos que practi-
quéis esas verdades, de nada os valdrá. No hemos de condenar a los demás;
tal no es nuestra obra, sino que debemos amarnos unos a otros, y orar unos
por otros. Cuando vemos a uno apartarse de la verdad, podemos llorar por
él como Cristo lloró sobre Jerusalén. Veamos lo que dice nuestro Padre
celestial en su Palabra acerca de los que yerran: “Hermanos, si alguno fuere
tomado en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con
el espíritu de mansedumbre; considerándote a ti mismo, porque tú no seas
también tentado”.
Gálatas 6:1
...
Jesús se interesa en cada uno como si no hubiese otra persona en toda la
tierra. Como Dios, ejerce gran poder en nuestro favor, mientras que como
Hermano mayor nuestro, siente todas nuestras desgracias.—
Joyas de los
Testimonios 2:114-116
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