Página 399 - Mensajes para los J

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Capítulo 146—La vida licenciosa de la juventud
Queridos jóvenes amigos, aunque hayan llevado una vida li-
cenciosa por poco tiempo, producirá una cosecha que amargará
su vida entera; una hora de descuido—el ceder una sola vez a la
tentación—puede desviar toda la corriente de la vida hacia una di-
rección equivocada. Pueden tener una sola juventud; háganla útil.
Después que han pasado una vez por el terreno, no pueden rectificar
sus errores. El que rehúsa tener comunión con Dios y se coloca en
el camino de la tentación, caerá con seguridad.
Dios prueba a cada joven. Muchos han disculpado su descuido e
irreverencia con el mal ejemplo que les han dado algunas personas
de la misma fe y de más experiencia. Pero esto no debiera disuadir a
nadie del bien hacer. En el día de las cuentas finales no podrán aducir
las excusas que presentan ahora. Serán condenados con justicia,
porque conocían el camino, pero no escogieron andar en él.
La tentación
Satanás, el archiengañador, se transforma en ángel de luz y se
presenta ante los jóvenes con sus engañosas tentaciones, y consi-
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gue apartarlos, paso a paso, de la senda del deber. Se lo describe
como acusador, engañador, mentiroso, atormentador, asesino. “El
que práctica el pecado es del diablo”
Cada transgresión, además
de sus propias malas consecuencias, provoca el desagrado divino.
Dios discierne los pensamientos del corazón. Cuando se acarician
pensamientos impuros, no es necesario expresarlos por medio de pa-
labras o hechos para consumar el pecado y acarrear la condenación
sobre la persona. Su pureza ya está contaminada, y el tentador ha
triunfado.
Todo hombre es tentado cuando es llevado por sus propios apeti-
tos y seducido. Al seguir sus inclinaciones se aparta del camino de
la virtud y del bien verdadero. Si los jóvenes poseyeran integridad
moral, en vano se les presentarían las más fuertes tentaciones. El
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