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Mensajes para los Jóvenes
La necesidad de un criterio sano
Si hay un asunto que debiera considerarse con razonamiento
sereno y criterio desapasionado, es el asunto del matrimonio. Si al-
guna vez se hace necesaria la Biblia como consejera, es antes de dar
un paso que ata a dos personas para toda la vida. Pero el concepto
dominante es que en este asunto han de guiar los sentimientos, y en
demasiados casos el sentimentalismo amoroso toma el timón y guía
hacia una ruina segura. En esto los jóvenes muestran menos inteli-
gencia que en cualquier otro asunto, y rehúsan atender razones. El
asunto del matrimonio parece tener sobre ellos un poder hechizante.
No se someten a Dios. Sus sentidos están encadenados, y avanzan en
secreto como si temieran que alguien se interpusiera en sus planes.
La forma secreta en que se llevan a cabo tantos noviazgos y
matrimonios es causa de mucha desgracia, cuyo pleno alcance úni-
camente Dios conoce. Muchos han hecho naufragar su vida contra
esta roca. Cometen este error algunos cristianos profesos que se
destacan por su integridad y que parecen razonables en cuanto a
cualquier otra cosa. Manifiestan una voluntad decidida que la razón
no puede hacer variar. Los impulsos y sentimientos humanos los
fascinan en tal forma que no sienten deseo de escudriñar la Biblia ni
ponerse en íntima comunión con Dios.
Satanás sabe precisamente con qué elementos tiene que tratar, y
despliega su sabiduría infernal en diversos ardides para hacer caer
a las almas en la trampa de su ruina. Observa cada paso que se
da, y sugiere cosas que con frecuencia son seguidas antes que el
consejo de la Palabra de Dios. Esta red finamente tejida y peligrosa
es preparada con habilidad para atrapar a los jóvenes e incautos.
Muchas veces podrá estar disimulada bajo una cubierta de luz, pero
los que llegan a ser sus víctimas se acarrean muchas tristezas. Como
resultado, vemos naufragios humanos por todas partes.
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Los padres deben ser consultados
¿Cuándo serán juiciosos nuestros jóvenes? ¿Hasta cuándo durará
este proceder? ¿Consultarán los hijos tan solo sus deseos e incli-
naciones, indiferentes al consejo y al sano criterio de sus padres?
Algunos parecen no dedicar jamás un pensamiento a los deseos y