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Capítulo 34—Una experiencia cristiana genuina
Vi que a menos que haya un cambio completo en los jóvenes, una
conversión cabal, pueden desesperar del cielo. Por lo que me ha sido
mostrado no hay más de la mitad de los jóvenes que hacen profesión
de religión y de la verdad, que se hayan convertido realmente. Si se
hubiesen convertido, llevarían fruto para la gloria de Dios. Muchos
se apoyan en una esperanza supuesta, sin verdadero fundamento. La
fuente no ha sido limpiada, por lo cual las corrientes que proceden
de ella no son puras. Limpiad la fuente, y las corrientes serán puras.
Si el corazón es recto, vuestras palabras, vuestros vestidos, vues-
tros actos serán correctos. Falta la verdadera piedad. No quisiera
deshonrar a mi Maestro hasta el punto de admitir que una persona
descuidada, superficial, que no ora, sea cristiana. No; el cristiano
vence sus tentaciones, sus pasiones. Hay un remedio para el alma
enferma de pecado. Este remedio está en Jesús. ¡Precioso Salvador!
Su gracia basta para el más débil; y el más fuerte tiene que tener
también su gracia o perecer.
La gracia salvadora
Vi cómo podía obtenerse esta gracia. Id a vuestro lugar privado, y
allí, solos, rogad a Dios: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y
renueva un espíritu recto dentro de mí”
Sed fervientes, sed sinceros.
La oración ferviente aprovecha mucho. Como Jacob, luchad en
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oración. Sufrid intensamente. Jesús, en el jardín, transpiró grandes
gotas de sangre; debéis hacer un esfuerzo. No abandonéis vuestra
cámara hasta que os sintáis fuertes en Dios; velad luego, y mientras
continuéis velando y orando, podréis dominar estas tentaciones, y la
gracia de Dios se manifestará en vosotros.
No permita Dios que yo deje de amonestaros. Jóvenes amigos,
buscad al Señor de todo corazón. Acudid con celo, y cuando sincera-
mente sintáis que sin la ayuda de Dios pereceréis, cuando suspiréis
Salmos 51:10
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