Página 129 - Mensajes Para los J

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Una experiencia cristiana genuina
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por él como el cervatillo suspira por los manantiales de agua, el
Señor os fortalecerá rápidamente. Entonces vuestra paz sobrepasará
los límites de toda comprensión. Si esperáis ser salvos, debéis orar.
Tomaos tiempo. No seáis precipitados ni descuidados en vuestras
oraciones. Rogad a Dios que obre en vosotros una completa reforma,
para que moren en vosotros los frutos de su Espíritu y brilléis como
luces en el mundo. No seáis un obstáculo ni una maldición para
la causa de Dios; podéis ser una ayuda, una bendición. ¿Os dice
Satanás que no podéis gozar de la salvación plena y gratuita? No lo
creáis.
Los primeros pasos
Es privilegio de todo cristiano gozar de los profundos impulsos
obrados por el Espíritu de Dios. Una paz dulce y celestial invadirá la
mente y os gustará meditar en Dios y en el cielo. Os deleitaréis en las
gloriosas promesas de su Palabra. Pero estad seguros primero de que
habéis empezado el camino cristiano. Cercioraos de que habéis dado
los primeros pasos en el camino que lleva a la vida eterna. No os
engañéis. Temo, más aún, sé que muchos de vosotros no sabéis lo que
es la religión. Habéis sentido cierta excitación, cierta emoción, pero
nunca habéis visto el pecado en su enormidad. No habéis sentido
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vuestra condición arruinada, no os habéis apartado de vuestros malos
caminos con amarga pena. Nunca habéis muerto al mundo. Todavía
amáis sus placeres; os gusta tener parte en conversaciones sobre
asuntos mundanos. Pero cuando se introduce el tema de la verdad
de Dios, no tenéis nada que decir. ¿Por qué tanto silencio? ¿Por qué
tan conversadores en cuanto a asuntos mundanos y tan silenciosos
respecto a un tema que debiera preocuparos en sumo grado, un tema
en el cual debería estar empeñada vuestra alma entera? La verdad de
Dios no mora en vosotros.—
Testimonios para la Iglesia 1:158, 159
.
Despejad el camino para recibir la bendición de Dios
Nada hay que Satanás tema tanto como que el pueblo de Dios
limpie el camino de todo obstáculo, de modo que el Señor pueda
derramar su Espíritu sobre una iglesia languideciente y una con-
gregación impenitente. Si Satanás saliera con la suya, no habría,