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Mensajes Para los Jóvenes
hogares, inspirados por el deseo de entregar a Dios lo que es suyo,
no sólo como diezmos, sino hasta donde sea posible también como
dádivas y ofrendas. Muchos podrían estar acumulando tesoros en el
cielo si mantuviesen el granero de Dios provisto con la porción que
él reclama como suya y con las ofrendas.
Los que averiguan sinceramente qué es lo que Dios requiere de
ellos en cuanto a la propiedad que consideran como propia, deberían
escudriñar las Escrituras del Antiguo Testamento y ver qué indicó
a ese respecto a su pueblo Cristo, el conductor invisible de Israel
en su largo viaje por el desierto. Individualmente deberíamos estar
dispuestos a sufrir cualquier molestia, a encontrarnos en cualquier
aprieto, antes que robar a Dios la porción que debería ser entregada a
su casa. Los que son lectores de la Biblia y creyentes en ella, tendrán
en este asunto un inteligente conocimiento de lo que “dijo el Señor”.
Sin excusa
En aquel día en que cada hombre será juzgado de acuerdo con
los hechos realizados en el cuerpo, se evaporará, como el rocío al
sol, toda excusa que pueda dar ahora el egoísmo para no entregar al
Señor el diezmo y las ofrendas. Si no fuera para siempre demasiado
tarde, ¡con cuánto gusto volverían muchos atrás y reedificarían su
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carácter! Pero será entonces demasiado tarde para cambiar el registro
de los que semanal, mensual y anualmente han robado a Dios. Su
destino estará ya decidido inalterablemente.
El egoísmo es un mal mortal. El amor propio y la indiferencia
descuidada hacia los términos específicos del acuerdo entre Dios y
el hombre, la negativa a proceder como fieles mayordomos suyos,
han acarreado sobre el hombre la maldición de Dios, tal cual él
había declarado que ocurriría. Esas almas se han separado de Dios
y por precepto y ejemplo han inducido a otros a desatender los
claros mandamientos de Dios, por lo cual él no les pudo otorgar su
bendición.
El diezmo
El Señor ha especificado: El diezmo de todas vuestras posesiones
es mío; vuestros dones y ofrendas han de ser traídos a la tesorería