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Capítulo 120—La influencia del vestuario
No Queremos disuadir de la prolijidad en el vestir. No debe
despreciarse ni condenarse el gusto correcto. Nuestra fe, llevada a
la práctica, nos inducirá a ser tan sencillos en el vestir y celosos de
buenas obras, que seremos considerados peculiares. Pero cuando
perdemos el gusto por el orden y la prolijidad en el vestir, dejamos
virtualmente la verdad, pues la verdad nunca degrada, sino que
eleva. Cuando los creyentes son descuidados en su manera de vestir
y toscos y rudos en sus modales, su influencia perjudica la verdad.
“Hemos llegado a ser—dijo el inspirado apóstol—espectáculo al
mundo, a los ángeles y a los hombres”
Todo el cielo observa la
influencia diaria que los profesos seguidores de Cristo ejercen sobre
el mundo...
La sencillez en el vestir le dará a la mujer sensata la mejor
apariencia. Juzgamos el carácter de una persona por su manera de
vestir. La mujer modesta, piadosa, vestirá modestamente. El gusto
refinado, la mente cultivada, se pondrán de manifiesto por un atavío
sencillo, apropiado. Las jóvenes que rompen con la esclavitud de
la moda serán ornamentos de la sociedad. La que es sencilla y
sin pretensiones en su manera de vestir y en sus modales, muestra
que comprende que una verdadera mujer se caracteriza por su valor
moral. Cuán encantadora, cuán interesante es la sencillez en el vestir,
la cual puede compararse en gracia con las flores del campo (
Review
and Herald,
noviembre 17, 1904
).
[352]
1 Corintios 4:9
.
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