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Capítulo 122—La idolatría del vestido
La Idolatria del atavío es una enfermedad moral. No debe ser
introducida en la nueva vida. En la mayoría de los casos, la sumisión
a los requerimientos del Evangelio exigirá un cambio decidido en la
manera de vestir.
No debe haber negligencia al respecto. Por amor a Cristo, cuyos
testigos somos, debemos tratar de sacar el mejor partido de nuestra
apariencia. En el servicio del tabernáculo, Dios especificó todo
detalle concerniente a las vestiduras de los que ministraban delante
de él. Esto nos enseña que él tiene una preferencia con respecto
a la indumentaria de los que le sirven. Fueron muy específicas
las instrucciones dadas acerca de las vestiduras de Aarón, porque
eran simbólicas. Así la indumentaria de los que siguen a Cristo,
debe ser simbólica. En todas las cosas hemos de ser representantes
de él. Nuestra apariencia en todo respecto debe caracterizarse por
la prolijidad, la modestia y la pureza. Pero la Palabra de Dios no
sanciona el hacer cambios en el atavío meramente por seguir la
moda, a fin de conformarse al mundo. Los cristianos no han de
adornar su persona con atavíos costosos o adornos caros.
Las palabras de la Escritura acerca de la indumentaria deben
ser consideradas cuidadosamente. Necesitamos comprender lo que
el Señor del cielo aprecia, aun en lo referente a vestir el cuerpo.
Todos los que busquen sinceramente la gracia de Cristo, escucharán
las preciosas palabras de instrucción inspiradas por Dios. Aun el
modo de ataviarnos expresará la verdad del Evangelio.—
Joyas de
los Testimonios 2:393, 394
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